viernes, 9 de septiembre de 2016

EXPLICACIONES DEL MAESTRO

En plena conversación edificante, Sara, la esposa de Benjamín, el criador de cabras, oyendo los comentarios del Maestro, en los dulces entendimientos del hogar de Cafarnaúm, preguntó, de ojos fascinados por las nuevas revelaciones:
La idea del Reino de Dios, en nuestras vidas, es realmente sublime; sin embargo, ¿cómo iniciarme en ella? Hemos oído las predicaciones a la margen del lago y sabemos que la Buena Nueva aconseja, por encima de todo, el amor y el perdón... Anhelaría ser fiel a semejantes principios, pero me siento presa a las viejas normas. No consigo disculpar los que me ofenden, no entiendo una vida en la que cambiemos nuestras ventajas por los intereses de los otros, soy apegada a mis bienes y celosa de todo que acepto como siendo propiedad mía.
La dama se confesaba con simplicidad, no obstante la sonrisa decepcionada de quien encuentra obstáculos casi invencibles.
Para eso  comentó Pedro, es indispensable la buena voluntad.
Con la fe en Nuestro Padre Celestial  aventuró la esposa de Simón, atravesaremos los tropiezos más duros.
En todos los presentes transparentaba ansiosa expectativa en cuanto al pronunciamiento del Señor, que habló en seguida al largo silencio:
Sara, ¿cuál es el servicio fundamental de tu casa?
 Es la crianza de cabras  respondió la interpelada, curiosa.
 ¿Cómo procedes para conservar la leche inalterada y pura en beneficio doméstico?
 Señor, antes de cualquier otra cosa, es imprescindible lavar, cautelosamente, el recipiente donde ella será colocada. Si se queda cualquier detrito en el ánfora, pronto toda la leche se queda ácida y ya no servirá para los servicios más delicados.
Jesús sonrió y explicó:
Así es la revelación celeste en el corazón humano. Si no purificamos el recipiente del alma, aunque el  conocimiento, sea superior, se mezcla con las suciedades de nuestro mundo íntimo, como si degenerase, y se reduce la proporción del bien que de el  podríamos recibir.  En verdad, Moisés y los Profetas fueron valerosos portadores de mensajes divinos, pero los descendientes del Pueblo escogido no purificaron suficientemente el receptáculo vivo del espíritu para recibirlos.
Esa es la razón por la cual  nuestros contemporáneos son al mismo tiempo justos e injustos, creyentes e incrédulos, buenos y malos . La leche pura de los esclarecimientos elevados penetra el corazón como alimento nuevo, pero ahí se mezcla con la herrumbre del egoísmo viejo. Del servicio renovador del alma quedará, entonces, el vinagre de la incomprensión, postergando el trabajo efectivo del Reino de Dios.
El pequeño grupo, en la sala de Pedro, recibía la lección sublime y sencilla, con conmoción, sin cualquier interferencia verbal.
El Maestro, sin embargo, levantándose con discreción y humildad, acarició los cabellos de la señora que lo interpelara y concluyó, dando una muestra de su generosidad:
El rocío en un lirio blanco es diamante celeste, pero, en el polvo del camino, es una gota de lodo.
 No te olvides de esta verdad simple y clara de la Naturaleza.