sábado, 27 de diciembre de 2014

ESPÍRITUS PROTECTORES

¡Dios no deja de auxiliar y amparar a nadie! No existe la orfandad en ninguna parte del Universo. Donde y como estamos, existen Espíritus para orientarnos: son los Espíritus
Protectores, la protección de esos espíritus se manifiestan
de acuerdo con la jerarquía espiritual que ocupan,
Todos tenemos un buen espíritu que se une a nosotros desde nuestro nacimiento y nos ha tomado bajo su protección. Cumple junto a nosotros la misión de un padre para con su hijo: la de conducirnos por el camino del bien y del progreso a través de las pruebas de la vida. Es feliz cuando   correspondemos a sus cuidados, y dolorido cuando nos ve sucumbir.
Su nombre nos importa poco, porque puede ser que no tenga nombre conocido en la tierra; lo invocamos como a nuestro ángel de la guarda nuestro buen genio; podemos también llamarlo con el nombre de un espíritu superior cualquiera por el que sintamos más simpatía.
Además de nuestro ángel de la guarda, que siempre es un espíritu superior, tenemos a los espíritus protectores, que no porque estén menos elevados, son menos buenos y benévolos; éstos son parientes o amigos, o algunas veces personas que nosotros no hemos conocido en nuestra existencia actual. Nos asisten con sus consejos, y muchas veces con su intervención en los actos de nuestra vida.
Los espíritus simpáticos son aquellos que que unen a nosotros por cierta semejanza de gustos y de inclinaciones; pueden ser buenos o malos, según la naturaleza de las inclinaciones que les atraen hacia nosotros.
Por su parte, los espíritus seductores se esfuerzan en desviarnos del camino del bien, sugiriéndonos malos pensamientos. Se aprovechan de todas nuestras debilidades, que son como otras tantas puertas abiertas que les dan acceso a nuestra alma. Los hay que se aferran  como con una presa y no se alejan "sino cuando reconocen su impotencia en lucha contra nuestra voluntad".
Dios nos ha dado un guía principal y superior en nuestro ángel de la guarda, y como guías secundarios en nuestros espíritus protectores y familiares; pero es un error creer que tenemos cada uno de nosotros forzosamente un genio malo para contrarrestar las buenas influencias. Los malos espíritus vienen voluntariamente si encuentran acceso en nosotros por nuestra debilidad o por nuestra negligencia en seguir las inspiraciones de los buenos espíritus; nosotros somos, pues, los que los atraemos. De esto resulta que nunca estamos privados de la asistencia de los buenos espíritus, y que
depende de nosotros el separar a los malos. Siendo el hombre la primera causa de las miserias que sufre por sus imperfecciones, muchas veces él mismo, es su propio mal genio.
También debemos comprender el significado espirita de ángel, que es diferente al que dan algunas  religiones, que lo representan como una figura distante de la realidad de la vida, generalmente vistiendo una túnica muy blanca, aureolada de luminosidad, poseedor de los enormes alas y que vive en beatitud en el cielo. Para el Espiritismo los ángeles son, pues, las almas de los hombres que han llegado al grado de perfección que la criatura admite, gozando en su plenitud la prometida felicidad. Sin embargo, antes de alcanzar el grado supremo, gozan de una felicidad relativa a su adelanto, felicidad que consiste, no en la ociosidad sino en cumplir las funciones que Dios se complace en confiarles y por cuyo desempeño se sienten dichosos, teniendo también en él, un medio de progreso.
Un Espíritu protector podrá, en determinadas circunstancias, alejarse del protegido´se aleja cuando
ve que sus consejos son inútiles y que en el protegido es más fuerte la decisión de someterse a la influencia de los espíritus inferiores. Pero, no lo abandona por completo y siempre se hace oír. Es entonces el hombre quien se tapa los oídos. El protector vuelve siempre que éste lo llame
La certeza de existencias de protectores espirituales que velan nuestros pasos, que nos amparan en las dificultades propias de la evolución que iluminan nuestra mente y nuestro corazón en el largo camino de la vida, que nos sostienen en los momentos amargos, cuando el dolor nos visita, que nos infunden ánimo ante las pruebas de la vida, que comparten nuestras alegrías y se complacen con nuestro progreso moral, es muy consoladora y nos muestra, una vez más el inmenso amor del Padre celestial para con todos sus hijos.
La oración a los ángeles de la guarda, y a los espíritus protectores debe tener por
objeto solicitar su intervención para con Dios, y pedirles fuerza para resistir a las malas
sugestiones, así como su asistencia en las necesidades de la vida.

jueves, 4 de diciembre de 2014

TERNURA

Madrecita querida.
Te recuerdo en este momento en que me desperté para evocarte. Inclinada sobre mi cuna, cantabas, en voz baja y derramabas sobre mi rostro diminutas gotas de luz que más tarde supe que eran lagrimas.
Me abrigaste en tu seno, como si me transportaras en un blando nido y, a partir de entonces, nunca más me dejaste.
Cuando los demás se iban de fiesta, velabas conmigo y me enseñabas a pronunciar el bendito nombre de Dios. En otras ocasiones trabajabas con la aguja entre los dedos, mientras me contabas cuentos
de bondad y alegría para que me durmiera con sueños agradables.
Si yo huía por haber roto el peine o si volvía de la escuela con la ropa hecha jirones, cuando muchos aludían a castigos, tu tomabas mis manos entre las tuyas o besabas mis cabellos desordenados. Después crecí; te veía a mi lado como si fueras un ángel entre cuatro paredes. Crecí para el mundo, pero nunca dejé de ser en tus brazos, el niño a quien dedicaste tu vida. Hasta ahora, día tras día, pacientemente aguardas  con tu dulzura en el momento en que busco tu mirada, para sonreírme y bendecirme siempre, ¡incluso cuando mis problemas te destrocen el pecho como filos de aflicción!.
Hoy escuché la música de los millones de voces que te ensalzan.
Quise tomar las constelaciones del Cielo y combinarlas con el perfume de las flores que brotaron en el suelo, para tejerte una corona de reconocimiento y cariño pero como no pude vengo a traerte los pétalos de amor que recogí en mi alma.
¡Recibelos, Madrecita!. No se trata de perlas ni brillantes de la tierra. Son las lágrimas de ternura que Dios me concedió, a fin de que te ofrende mi propio corazón transformado en un poema de estrellas.

viernes, 28 de noviembre de 2014

CONSECUENCIAS PARA EL ESPÍRITU ABORTADO

En general, para el espíritu, ver cortado su camino a la vida física por un aborto significa una enorme frustración, una pérdida preciosa de tiempo y un gran sufrimiento moral, acompañado, al mismo tiempo, de gravísimas lesiones periespirituales y de un fuerte trauma mental. Podemos encontrar desde la reacción más positiva de un espíritu evolucionado, que sabrá sobreponerse al terrible acto, sin dejarse llevar por el odio y resentimiento y que desde pronto podrá estar capacitado para intentar una nueva inmersión en el mundo carnal, hasta la reacción más negativa del espíritu que, viendo su cuerpo en formación aniquilado y sometido a terribles mutilaciones, reacciona de una manera más descontrolada y agresiva, pues al sentirse traicionado, despreciado y expulsado de las entrañas maternas, el espíritu transforma su mundo íntimo que era de alegría y de esperanza, hacia las emociones traumatizantes de odio y de venganza, revolviéndose con inmenso dolor y angustia contra aquellos causantes de su desgracia, pudiendo acarrear unas consecuencias negativas de variada tipología. Una gran mayoría de espíritus abortados son recogidos y llevados a hospitales de la espiritualidad, donde son tratados hasta que puedan recuperar su forma espiritual adulta. Algunos de ellos responden de forma positiva a la terapia y, en más o menos tiempo, pueden recobrar su anterior configuración; pero otros espíritus, por el contrario, como consecuencia del gran choque y trauma mental que sufren, quedan mentalmente bloqueados y son incapaces de reaccionar correctamente al tratamiento, mostrándose su periespiritu con grandes deformaciones. Otras veces, ocurre que el espíritu rechazado se niega a colaborar, no queriendo rehacer su forma espiritual creyendo, en su dolor e ingenuidad, que si permanece en la forma infantil tendrá antes otras opciones para proseguir en su proceso de reencarnación.
Testimonio de un espíritu abortado (extraído el libro “Deixe-me viver” / Irene Pacheco Machado – Luiz Sergio)
Otro caso lamentable era el de Fernando: de cintura hacia abajo poseía la forma de un bebé, y de cintura hacia arriba su forma era de hombre. Su mirar destellaba odio. El médico le preguntó:
- Fernando, ¿desea que hoy conversemos?
- No, no quiero nada, tan sólo poder morir de una vez
- Fernando, sabe que eso es imposible. Tiene que volver a la Tierra para proseguir el viaje
- Ustedes son locos y sanguinarios. ¡Vean cuál es mi estado¡ Obedeciendo a la espiritualidad Mayor   
  frecuenté todos los cursos para sumergirme en un nuevo cuerpo físico y hoy ¿qué resta de mí?. Una
  deformación odiosa, por el  rechazo de alguien que prometió acogerme en su vientre. ¡Todo es
  mentira¡ No quiero nada ni creo ya en nada más.
- Fernando, por favor, vamos  a tratar de recuperar su antigua forma, ella está en su mente,
  entreguémonos a los brazos de Jesús y verá como es capaz de poder hacerlo.
Fernando gritaba:
- No puedo, ¿no se da cuenta de que estoy deformado?. Soy al mismo tiempo un hombre y un bebé
- No, usted no es un bebé. Usted es quien insiste en recordar tan terrible acto. Olvídelo, querido hermano   y busque en su alma la forma verdadera de su cuerpo de hombre.
- ¡No puedo, ellos me matan¡ La mesa… los aparatos…las jeringas… el dolor, el dolor me quema…
  ¡No, no me mate, madre¡ Yo no le hice ningún mal. Le pido solamente: déjeme nacer!
- Fernando, su cuerpo… Modélelo nuevamente como era antes¡
- ¡No puedo¡ Estoy siendo asesinado fríamente¡ ¿Qué les hice yo a ustedes, asesinos? Me reducen a un  feto y ahora, cobardemente, abusan de mi pequeñez y me matan¡ Por favor, déjenme nacer¡¡, no los
  perturbaré jamás. Abandónenme después para que otros me críen, pero no me maten, cobardes. Yo no tengo armas para defenderme. Algún día pagarán por esto y mi odio será eterno. ¿Cómo puedo llamarla
  madre cuando asesina a un hijo inocente e indefenso?
Diciendo esto, Fernando se desmayó.
- Todos los días intentamos traer a Fernando de nuevo a la realidad, pero él no consigue olvidar el aborto
  cobarde que sufrió.
(extraído el libro “Deixe-me viver” / Irene Pacheco Machado – Luiz Sergio)
En ningún momento voy a hablar de las consecuencias para los padres, ni para los médicos o personas que de una u otra forma se hayan involucrado en un aborto y que, según haya sido su grado de participación, conocimiento e intención, sin duda alguna han generado nuevos e ineludibles compromisos para un futuro y, de uno u otro modo y según cada caso, tendrán que reparar el mal hecho
Y no lo voy ha hacer porque yo no quiero que el miedo a posibles consecuencias negativas sea el factor que lleve a decir ¡no! al aborto, sino que, por el contrario, mi deseo es que el aborto sea vencido por el Respeto y el Amor al ser que está reencarnando. Porque el miedo es un sentimiento negativo que daña y anula a la persona y, sin embargo, el Amor es el sentimiento universal positivo por excelencia que engrandece al ser humano y que tiene la milagrosa y maravillosa propiedad de poder transformar su corazón.
LOS PADRES NO SON DUEÑOS DE SUS HIJOS
Tener en nuestras manos la posibilidad de decidir sobre la interrupción de un embarazo, con todas las consecuencias que ello conlleva, es siempre una decisión de extrema responsabilidad, porque se está decidiendo sobre la posibilidad de denegar la vida a un ser, atentando contra las leyes naturales y contra los designios de Dios.
Por tanto, después de haberse producido la fecundación y, a pesar de las múltiples justificaciones que se puedan alegar, sean cuales sean, la interrupción de un embarazo es siempre un lamentable error, un tremendo acto de injusticia y un ultraje y un desprecio hacia el ser en gestación.
Ser en gestación, por otra parte, que desde el primer momento trae consigo en las entrañas maternas un mensaje para sus padres, que si éstos supieran leer en el gran libro de las Leyes de Dios lograrían ver su contenido, que más o menos podría ser el siguiente:
“Vosotros habéis sido escogidos por Mí para educar y proteger a esta alma que pongo en vuestras manos. Ella es única e irrepetible, pues no existe ni existirá otra igual. Respetadla y amadla sean cuales sean las circunstancias en que os sea entregada. Y, sobre todo, recordad que no os pertenece, sino que Yo os la cedo a vuestro cuidado hasta el día en que os llame para preguntaros que habéis hecho con ella.”
Firmado: Dios
Porque los hijos no son de los padres ni les pertenecen, pues ellos no han creado al espíritu de su hijo, sino que el hijo que ahora viene al mundo físico ya existe desde mucho antes del acto sexual que origina la concepción del nuevo ser.
Los hijos son hijos de Dios, que descienden al mundo físico a través de los padres, quienes de esta manera colaboran en Su obra proporcionando al espíritu los materiales necesarios para que pueda formar su nueva vestimenta carnal, de manera que debemos desterrar el concepto de que los padres puedan atribuirse el derecho o la capacidad para decidir sobre la posibilidad o no de cortar el camino a la vida física de un espíritu frustrando, mediante el aborto, su proceso de reencarnación.
Debe quedar bien claro, también, que el derecho de vida del feto ha de estar siempre por encima del confort psicológico y del libre albedrío de los padres, pues el interés y el beneficio espiritual ha de ser siempre un bien superior a los intereses transitorios, inmediatistas y materiales de la vida carnal.

Cita de una conferencia de Alfredo Tabueña.

viernes, 14 de noviembre de 2014

JUZGAR POR LAS APARIENCIAS

He vuelto a leer las Memorias del Padre Germán al cual admiro desde la primera vez que las leí.
El Padre Germán era un gran médium y gran comunicador, ayudaba a todos con humildad.
No conoció el amor de su madre desde pequeño, pero Amo mucho a Dios con el que siempre estaba hablando.
Era un espíritu muy adelantado, pensaba en la vida después de la muerte, que la tierra era un lugar de expiación al cual se viene a pagar las penas de otras vidas y ayudaba a los demás para la salvación de sus  almas.
 Padre Germán: ¡Señor! ¡Señor! ¡Cuán culpable debí ser en mi anterior existencia! Pues yo estoy bien seguro que ayer he vivido y viviré mañana, no de otro modo puedo explicarme la continua contrariedad de mi vida. Y Dios es justo, y Dios es bueno, y Dios no quiere que se descarríe la última de sus ovejas y el espíritu se cansa como se cansa el mío de tanto sufrir. ¿Qué he hecho yo en el mundo? ¡Padecer! Vine a la tierra y mi pobre madre o murió al darme a luz, o la hicieron morir, o la obligaron a enmudecer, ¡quién sabe! El más profundo misterio veló mi nacimiento. ¿Quién me dio el primer alimento? Lo ignoro; no recuerdo que ninguna mujer meciera mi cuna. Mis primeras sonrisas a nadie hicieron sonreír. Hombres con hábitos negros veía en torno de mi lecho al despertar. Ni una
caricia, ni una palabra de ternura resonaba en mis oídos; toda la condescendencia que tenían conmigo era dejarme solo en un espacioso huerto; y los padres de mi fiel Sultán (hermosísimos perros de Terranova) eran mis únicos compañeros.
En las tardes de verano, a la hora de la siesta, mi mayor gusto era dormir reposando mi cabeza sobre el cuerpo de la paciente Zoa, y aquel pobre animal permanecía inmóvil todo el tiempo que yo quería descansar. Éstas fueron todas las alegrías de mi niñez. Nadie me castigó nunca, pero tampoco nadie me dijo: Estoy contento de ti. Sólo la pobre Zoa lamía mis manos, y sólo León me tiraba de las mangas del hábito y echaba a correr como diciéndome: “Ven a correr conmigo”, y yo corría con ellos, y entonces... sentía el calor de la vida.
Cuando dejé mi encierro, nadie derramó una lágrima; únicamente me dijeron: “cumple con tu deber”. Y como recuerdo de mi niñez y de mi juventud, me entregaron a Sultán, entonces juguetón cachorrillo, y comencé una era menos triste que la anterior, pero triste siempre.
Amante de la justicia, mis compañeros me señalaron con el dedo; me conceptuaron como elemento perturbador, y me confinaron en una aldea donde pasé más de la mitad de mi vida; y cuando la calma se iba apoderando de mi mente, cuando la más dulce melancolía me dejaba sumido en mística
meditación, cuando mi alma gozaba algunas horas de apacible sueño moral, me llamaban de la ciudad vecina para bendecir un casamiento, para recoger la postrer confesión de un moribundo, para asistir a la agonía de un reo en capilla; y contrariado siempre, nunca he podido, al concebir un plan, llevarlo
a efecto, por sencillo que fuera. Y yo he sido un ser inofensivo, he amado a los niños, he consolado a los desgraciados, he cumplido fielmente con los votos que pronuncié. ¿Por qué esta lucha sorda? ¿Por qué esta contrariedad continua? Si mi espíritu no tiene derecho de individualizarse más que en esta existencia, ¿por qué Dios, amor inmenso (que en Él todo es amor), me ha hecho vivir en esta terrible soledad? ¡Ah! no, no, no mi propio tormento me dice que viví ayer. Si no reconociera mi pasado, yo
negaría a mi Dios. Y yo no puedo negar la vida. Pero ¡ah! ¡Cuánto he sufrido! ¡Sólo una vez he podido hacer mi voluntad; sólo una vez he desplegado la energía de mi espíritu, y cuán feliz fui entonces!
¡Oh! ¡Señor! ¡Señor! Las fuerzas de mi alma no pueden inutilizarse en el corto plazo de una existencia. ¡Yo viviré mañana, yo volveré a la tierra y seré un hombre dueño de mi voluntad! Y yo te proclamaré, Señor, no entre hombres supeditados a vanos formalismos. Yo proclamaré tu gloria en las Academias, en los Ateneos, en las Universidades, en todos los templos del saber, ¡en todos los laboratorios de la ciencia! ¡Yo seré uno de tus sacerdotes! ¡Yo seré uno de tus apóstoles, pero no haré más votos que
seguir la ley de tu Evangelio! Yo amaré, porque tú nos enseñas a amar. Yo me crearé una familia,
porque tú nos dices creced y multiplicaos. Yo vestiré a los huérfanos, como tú vistes a los lirios de los valles. Yo hospedaré al peregrino, como tú hospedas en las enramadas a las aves. Yo difundiré la luz de tu verdad, como tú difundes el calor, y esparces la vida con tus múltiples soles en tus infinitos universos. ¡Oh! Sí, yo viviré, porque si no viviera mañana, negaría tu justicia, Señor!
Yo no puedo ser un simple instrumento de la voluntad de otros. ¿Por qué, entonces, para qué me has dotado de entendimiento y de libre albedrío? ¡Si todo cumple su trabajo en la creación, mi iniciativa deben cumplir el suyo; y yo nunca he estado contento con las leyes de la tierra!
¿Cuándo, cuándo podré vivir?
¡Cuántas veces, Señor, cuántas veces he acudido para confesar a los reos de muerte, y si hubiera podido, me hubiese llevado a aquellos infelices a mi aldea y hubiera partido mi escaso pan con ellos! ¡Cuántos monomaniacos! ¡Cuántos espíritus enfermos me han confiado sus más secretos pensamientos, y he visto muchas veces más ignorancia que criminalidad!
 ¡Señor! ¡Señor! ¿Cuándo llegará el día que pueda dejar este valle de amargura? Tengo miedo de permanecer en la tierra; el espejismo de las experiencias sociales me oculta los abismos del crimen, y temo caer. Cuando un ser desconocido se postra ante mí, y me cuenta su historia,
siento frío en el alma y exclamo con angustia: “¡Otro secreto más! ¡Otra nueva responsabilidad sobre las muchísimas que me abruman! ¿Soy yo acaso perfecto? ¿Tengo más luz que los otros para que así me obliguen a servir de guía a unos cuantos, ciegos de entendimiento? ¿Por qué esa distinción? Si yo he sentido como ellos, si yo he tenido mis pasiones más o menos comprimidas, si yo me he visto precisado a huir del contacto del mundo para que mi corazón cesara de latir, ¿por qué este empeño en querer que la frágil arcilla sea fuerte como las rocas de granito?” ¡Pueblos ignorantes que vivís entregados a la voluntad de algunos míseros pecadores! ¡No sé quiénes son más dignos de compasión; si vosotros. que os engañáis creyéndoos grandes, o nosotros que nos vemos pequeños!
¡Señor! ¡Señor! ¿Por qué habré nacido en la casta sacerdotal? ¿Por qué me has obligado a guiar pobres ovejas si no puedo guiarme a mí mismo.? ¡Señor! ¡Tú debes tener otras moradas, porque en la tierra se
asfixia el alma pensadora al ver tanta miseria, tanta hipocresía! Yo quiero ir por buen camino y en todos los senderos encuentro precipicios para caer en ellos. ¡Oh, el sacerdote! El sacerdote debe ser sabio, prudente, observador, recto en su criterio, misericordioso en su justicia, severo y clemente, juez y parte a la vez, ¿Y qué somos en realidad? Hombres falibles, débiles y pequeños. Mis compañeros me abandonan, porque no me quiero proclamar como ellos impecable. Dicen que defraudo los intereses de la iglesia. ¿Y acaso la Iglesia necesita los bienes de la tierra? ¿Necesitará la iglesia de
Dios los míseros dones de los hijos del pecado? En el templo del Eterno no hacen falta las ofrendas de metales corruptibles; con el incienso de las buenas obras de las almas grandes, se perfuman los ámbitos inmensos de la Basílica de la Creación.
¡Señor, inspirarme! Si voy por el mal camino, apiádate de mí, porque mi único deseo es adorarte en la tierra amando y protegiendo a mis semejantes y seguirte amando en otros mundos, donde las almas estén por sus virtudes más cerca de ti.
Extraído del libro Memorias del Padre Germán

sábado, 1 de noviembre de 2014

LA CORONA Y LAS ALAS

Se comentaba, en la reunión, las glorias del saber, cuando el, Señor para ilustrar la conversación, contó, con simplicidad:
 Un hombre amante de la verdad, informándose de que el perfeccionamiento intelectual conduce a la divina sabiduría, se lanzó a la subida de la montaña de la ciencia, empeñando todas las fuerzas que poseía en el decisivo emprendimiento. El sendero era sombrío cual oscuro laberinto; sin embargo, el esforzado batallador, olvidando dificultades y peligros, avanzaba siempre, cambiando de vestuario para mejor acomodarse a las exigencias de la marcha. De tiempos en tiempos, lanzaba a la margen de la carretera una túnica que se hiciera estrecha o una alpargata que se le figuraba inservible, buscando indumentaria nueva, hasta que, un día, después de muchos años, alcanzó la deseada culminación, donde un representante de Dios le surgió al encuentro.
El emisario lo saludó, lo abrazó y le revistió la frente con deslumbrante corona de luz. Pero, cuando el vencedor del conocimiento quiso proseguir adelante, en la dirección al Paraíso, le recomendó el mensajero que volviese atrás sobre sus pasos, para ver la senda recorrida y que, de su actitud en la revisión del camino, dependería la concesión de alas con las que le sería posible volar al encuentro del Padre Eterno.
El interesado regresó, pero, ahora, auxiliado por la fulgurante aureola con la que fuera investido, podía contemplar todos los ángulos de la senda, antes inextricable a su mirada.
No contuvo la risa, delante de los extraños ropajes que los viajeros de la retaguardia vestían.
Aquí, notaba una túnica rota; más allá, una sandalia extravagante. Innumerables peregrinos se apoyaban en bordones quebradizos, mientras otros se amparaban en míseras capas; no obstante, cada cual, con impertinencia infantil, marchaba señor de sí mismo, como si vistiera la ropa más valiosa del mundo.
El vencedor de la ciencia no aguantó las impresiones que el cuadro le causaba y se abrió en frases de burla, reprobando acremente la ignorancia de cuántos seguían con ropas ridículas o inadecuadas. Gritó, condenó e hizo burlas contundentes. Se dirigió a la comunidad de los viajeros con tanta ironía que muchos renunciaron a la subida, regresando a la inercia de la vasta planicie.
Después de maldecir a todos, indistintamente, volvió el héroe coronado a la cumbre del monte, en la expectativa de partir sin demora al encuentro del Padre, pero el Ángel, muy triste, le explicó que el ropaje de los otros, que le provocara tanto sarcasmo inútil, era aquel mismo que él se sirviera para elevarse, en el tiempo que era débil y medio ciego, y que las alas de luz, con que debería elevarse al Trono Divino, solamente le serían dadas, cuando edificase el amor en lo mas íntimo del corazón. Le faltaban piedad y entendimiento; que él volviese demoradamente al camino y auxiliase a sus semejantes, sin lo que jamás conseguiría equilibrarse en el Cielo. Se siguieron algunos minutos de silencio impenetrable...
El Maestro, imprimiendo aún significativo énfasis a las palabras, terminó:
Hay muchas almas, en la Tierra, ostentando la luminosa corona de la ciencia, pero de corazón adormecido en la impiedad, destacándose en el sarcasmo pueril y en la censura indebida. Envenenadas por la incomprensión, exigentes y crueles, fulminan a los compañeros más cortos de entendimiento o de cultura, en vez de extenderles las manos fraternales, reconociendo que también ya fueron así, vacilantes e imperfectos... No obstante, mientras no se decidan a ayudar al hermano menos esclarecido y menos afortunado, acogiéndolo en el propio espíritu, con sinceridad y dedicación, no recibirán las alas con que les será lícito partir en la dirección al Cielo.

viernes, 17 de octubre de 2014

HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE

Desiste de toda crítica y juicio, albergando en tu alma solamente agradecimiento y reconocimiento.
Honra todos los días las fuentes sagradas de la vida que te crearon y protegieron desde el primer  instante. Puede ser que tus padres no hayan sido aquellos que tú creías que deberían ser, o se hayan portado hiriéndote de alguna forma. Ellos tambien son humanos.
Sin embargo fue a través de ellos que recibiste el vaso sagrado que te abriga el cuerpo bendito en el cual te ejercitas hacia la armonía y la paz, expresando la vida que Dios te dio. Y eso los vuelve dignos eternamente. Mira con amor a tus padres, honrándolos con tu gratitud y deja que la fuerza sagrada de su grandeza te abastezca.
Desiste de toda critica y juicio, albergando en tu alma solamente agradecimientos y reconocimiento. No eres victima de nada ni de nadie, porque si estas vivo es gracias a quienes fueron instrumentos de Dios para ti. Honrarlos siempre. haciendo de tu vida un ejercicio de amor sano y productivo para el bien común y encontrarás alegría para tu alma.
extraído del libro Píldoras de Esperanza de Andrei Moreira. por el espíritu Días Da Cruz

sábado, 4 de octubre de 2014

LA LUCHA CONTINUA

Mientras nos hallamos en el cuerpo material, no nos hacemos idea exacta de lo que es, en realidad, la vida más allá de la muerte. Ni aún con lo que el Espiritismo nos ayuda a pensar seriamente en ello, podremos calcular relativamente el futuro después del sepulcro,
Los cuadros sublimes o terribles en el plano externo, corresponden, de algún modo, a nuestra expectativa pero los fenómenos morales dentro de nosotros mismos, son siempre fuertes e inesperados.
Antes del tránsito, todo me parecía infinitamente simple.
La muerte, creía, vendría a ser una mera liberación del Espíritu, y nada más. Nuestra alma se dirigiría a esferas en las que sería juzgada, de donde volvería a reencarnar, en caso de no ser transferida a los Mundos Felices.
Comprendo hoy que aceptar esta fórmula sería lo mismo que menoscabar la existencia humana, declarando que el hombre apenas renacerá en la Tierra, respirará entre las criaturas, y, seguidamente, se libertará del cuerpo de densa condensación flúidica. ¡Cuántos conflictos, no obstante, entre la llegada y la disgregación del vehículo carnal! ¡Cuántas lecciones entre la infancia y el declinar de las fuerzas físicas!
Reconozco ahora, que las dificultades no son menores para el alma liberada, de lo que son los pesados fardos del plano material. Entre el acto de perder el cuerpo físico y la iniciación de la reencarnación o de la elevación, tenemos el tiempo, y el contenido de ese tiempo reside en nosotros mismos. ¡Cuántos óbices a vencer! ¡Cuántos enigmas a solucionar!
Creí que el fin de las limitaciones corporales trajese inalterable paz al corazón, ¡pero no es así! En el fondo, en nuestras organizaciones religiosas, somos una especie de combatientes prontos a batallar a distancia de nuestra morada, y cuando nos juzgamos en posesión de la victoria final, tornamos al círculo doméstico para enfrentar, individualmente, la misma guerra dentro del hogar. Vestimos el ropaje de la carne con el fin de luchar y aprender y, si muchas veces sorbemos el desencanto de la derrota, en muchas ocasiones nos sentimos triunfadores. Somos, pues, hijos de la turba distraída, compañeros de mil compañeros, cooperadores de mil cooperadores.
Llega, entonces, el momento en que la muerte nos reconduce a la intimidad del hogar interior. Y si no hubo de nuestra parte la preocupación de construir, ahí dentro, un santuario para las determinaciones divinas, ¿cuántos días no emplearemos en la limpieza, en el reajuste y en la iluminación?
¡Oh, mis amigos del Espiritismo que tanto amo!
Es para vosotros  miembros de la gran familia que tanto deseo servir que dicté estas páginas, sin la presunción de convencer. ¡No se crean a tono con la Ley, por haber atendido a pequeños deberes de solidaridad humana; ni se supongan preparados para alcanzar el paraíso, por haber recibido la manifiesta protección de un ser espiritual! ¡Ayúdense a sí mismos en el desempeño de las obligaciones evangélicas! Espiritismo no es solamente la gracia recibida; es también la necesidad de espiritualizarnos para alcanzar las esferas superiores. Les hablo hoy con experiencia más amplia.
Después de pasados muchos años en las lides de la Doctrina, estoy ahora comenzando el aprendizaje, para no ser el compañero inadecuado o el servidor inútil. Tengan la certeza de que el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo no es solamente el conjunto brillante de enseñanzas sublimes, propias para ser comentadas en nuestras adoctrinaciones; es Código de Sabiduría Celestial, cuyos dispositivos no podemos confundir.
Agradezco, sensibilizado, la colaboración de los espíritus de Emmanuel y de André Luiz, en los registros humildes de mi renovación espiritual, en estas páginas que dedico a mis hermanos de ideal y de servicio.
Y pidiendo a Jesús que nos fortalezca a todos en la tarea que nos ha sido encomendada, a fin de que podamos entendernos, ruego también ayuda para mí mismo, a fin de que la Luz Divina me ilumine y auxilie en el nuevo camino de trabajo y de elevación, porque, si la experiencia carnal culmina y pasa, la vida prosigue y la lucha continúa.

sábado, 27 de septiembre de 2014

EL VALOR DE LAS PEQUEÑAS COSAS

No te encontrarás con las cosas grandiosas, sin reconocer en las pequeñas cosas la firma de Dios en el curso de tu vida.
Durante tus tareas y actividades cotidianas, calma la ansiedad exigente y la agitación, tan frecuentes en los días de hoy, para que te maravilles con las cosas simples de la vida.
No te encontrarás con las cosas grandiosas sin reconocer en las pequeñas la firma de Dios en el curso de tu vida.
De la sonrisa generosa y humilde a la palabra amiga que te libera de una opresión intima, todo es recurso divino al servicio del amor.
Las bendiciones de la familia y la grandeza de sus miembros, aunque estén sumergidos en las luchas cotidianas, son perfume de amor del Padre para sustentar tus días.
Decídete a contemplar las bellezas de la vida y  deja la alegría nacer en tu corazón en la simplicidad de las pequeñas cosas que sirven a Dios
extraído del libro píldoras de Esperanza de Andrei Moreira. por el espíritu Días da Cruz

domingo, 14 de septiembre de 2014

PREVENCIÓN DEL SUICIDIO

El día 13 hemos celebrado la Prevención del suicidio, hemos estado en una manifestación, para decir a los políticos y mandatarios que den más información sobre el suicidio que piensen en las personas que son muchas que se ofuscan no ven claro sus problemas y se condenan al sufrimiento por falta de información: tanto Espiritual como material, si tuviesen información, material buscarían la espiritual y sabrían lo que les espera en el mundo espiritual. y material si hubiese mas información con campañas gubernamentales,  . se podían salvar muchas vidas, y esto es un deber moral que tienen, todos los mandatarios tienen el poder el dinero, y la responsabilidad de hacerlo y divulgarlo. Nosotros tanbiem tenemos responsabilidad  el hablar con las personas que están pasando malos momentos y no tienen a nadie que les de el aliento que necesitan. Así todos tenemos que colaborar para el bien de los demás, seremos mas felices y fluirá más el amor en los corazones y ser mas felices el salvar una vida se siete una grandeza que no se puede explicar dar las gracias a Dios Padre por darnos tanto
 amor y paz para ver todo que quiere que hagamos y por eso lo queremos cada vez más.
Por la tarde en el centro de CEADS. Tuvimos unas charlas sobre la prevención del suicidio, que
fueron muy constructivas, para entender todo lo que esta pasando en el mundo.
Expongo un relato de una madre y su hijo. del libro El Cielo y el Infierno de Allan Kardec
Una madre y su hijo  En el mes de marzo de 1865, M.C., negociante en una pequeña ciudad cerca de París, tenía en su casa a su hijo de veintiún años de edad, gravemente enfermo. Este joven, sintiéndose cercana la muerte,  llamó a su madre, teniendo fuerzas aún para besarla  y  abrazarla. Ésta, derramando abundantes lágrimas, le dijo: “Ve, hijo mío, precédeme, no tardaré en seguirte.” Al mismo tiempo salió ocultando la cabeza entre sus manos. Las personas que se encontraban presentes a esta triste escena consideraron las palabras de la Sra. C... como una natural expresión de dolor que el tiempo y la razón debían aplacar. Sin embargo, una vez que hubo expiado el enfermo, se la buscó por toda la casa, hallandosela ahorcada en el granero.  El entierro de la madre se hizo al mismo tiempo que el de su hijo.
Evocación al hijo muchos días después del acontecimiento.
P. ¿Tenéis noticia de la muerte de vuestra madre, quien se ha suicidado,ante la desesperación que le ha causado vuestra muerte?
R. Sí, y si no fuera por la pena  que me ha causado su fatal resolución, sería completamente feliz.
¡Pobre y excelente madre! No ha podido soportar la prueba de esta separación   momentánea,  tomado, para estar reunida con su hijo, a quien amaba tanto, el camino que de él debía
alejarla, ¡ay de mí!, por mucho tiempo. ¡Ha retardado así indefinidamente esta reunión, que habría
sido tan pronta si la sumisión a la voluntad del Señor hubiera llenado su alma y si se hubiese
resignado humilde y arrepentida ante la prueba que debía sufrir y la expiación que iba a purificarla!
¡Orad! ¡Oh! ¡Orad por ella!... y sobre todo, ¡no la imitéis, madres que os enternecéis con el
triste relato de su muerte! No creáis que amaba más que otras a este hijo que era su alegría y su
orgullo. No, no amaba más, pero le ha faltado el valor y la resignación. Madres que me escucháis,
cuando veáis que la agonía cubre los ojos apagados de vuestros hijos, acordaos que, como Cristo,
suben la cima del calvario desde donde deben elevarse a la gloria eterna.
Benjamín C...
Evocación de la madre. R. ¡Quiero ver a mi hijo! ¿Tenéis el poder de devolvérmelo?... ¡Crueles!... ¡Me lo han quitado para llevarlo a la luz y me han dejado en las tinieblas!... ¡Lo quiero, lo quiero... me pertenece!... ¿Acaso no es nada el amor maternal?.. ¡Qué! Haberle llevado nueve meses en mi seno, haber alimentado su carne con mi carne, su sangre con mi sangre. Haber guiado sus primeros pasos. Haberle enseñado a balbucear el nombre sagrado de Dios y el dulce nombre de madre. Haber hecho de él un hombre lleno de actividad, de inteligencia, de honradez, de rectitud, de amor filial y perderle cuando realizaba las esperanzas que de él había concebido, cuando un brillante porvenir se abría ante él. No, Dios no es justo, éste no es el Dios de las madres. No comprende su desesperación y su dolor..., ¡y cuando me entrego a la muerte para no dejar a mi hijo, me es arrebatado de nuevo!... ¡Hijo mío! ¡Hijo mío! ¿Dónde estás?
P. ¡Pobre madre! Participamos de vuestro dolor, pero habéis tomado un triste medio para
estar reunida con vuestro hijo. El suicidio es un crimen a los ojos de Dios, y debierais haber
pensado que castiga toda infracción a sus leyes. La privación de la vista de vuestro hijo es vuestro castigo.
R. No, yo creía que Dios era mejor que los hombres. No creía en su infierno, sino en la
reunión eterna de las almas que se amaron como nos amamos. Me he engañado... ¡Dios no es justo
y bueno, puesto que no ha comprendido la inmensidad de mi dolor y de mi amor!... ¡Oh! ¡Quién me
volverá a mi hijo! ¿Lo he perdido para siempre? ¡Piedad!, ¡piedad, Dios mío!
P. Vamos, serenad  vuestra desesperación. Pensad que si hay modo de volver a ver a vuestro
hijo no es blasfemando de Dios como lo lograréis. En vez  de ser oída, atraes sobre ti  mayor severidad.
R.  Me han dicho que no lo volvería a ver. Entendí que lo han llevado al paraíso  ¿Y yo estoy en el infierno?..., ¿el infierno de las madres?... Existe, sí, demasiado lo compruebo
P. Vuestro hijo no está perdido para siempre, creedme, lo volveréis a ver, ciertamente, pero
es preciso merecerlo con vuestra sumisión a la voluntad de Dios. Mientras que rebelándoos podéis
retardar este momento indefinidamente. Escucha: Dios es infinitamente bueno, pero es infinitamente justo. No castiga jamás sin causa, y si os ha impuesto grandes dolores en la Tierra, es
porque los habéis merecido. La muerte de vuestro hijo era una prueba para vuestra resignación. Desgraciadamente, habéis sucumbido a ella en vuestra vida, y ahora después de muerta,vuelves a caer   ¿Cómo queréis que Dios recompense a sus hijos rebeldes? Pero Él no es inexorable, acoge
con cariño el arrepentimiento del culpable. Si hubieses aceptado sin murmurar y con humildad la prueba que os ha enviado con esa separación momentánea  esperado con resignación el momento en  que Él te llevase de  la Tierra, a vuestra entrada en el mundo en que estáis hubieseis visto de inmediato a tu hijo, quien te habría de tender los brazos. Habríais tenido la alegría de verle radiante
después de ese lapso  de ausencia. Lo que hicisteis, y lo que hacéis en este momento, pone entre él
y vos una barrera infranqueable.
No creáis que esté perdido en las profundidades del espacio, no, está más cerca de vos de lo
que pensáis.Él os ve y os ama siempre, y gime por la triste situación  en que os ha hundido vuestra falta de confianza en Dios. Pide fervorosamente el momento afortunado en que le será permitido mostrarse a ti, pero es exclusivamente tuya la responsabilidad mostrarse ante ti,pero es exclusivamente tuya la responsabilidad de apresurar o retardar ese momento   Rogad a Dios y decid conmigo: “Dios mío, perdonadme el haber dudado de vuestra justicia y de vuestra bondad. Si me
habéis castigado, reconozco que lo he merecido. Dignaos aceptar mi arrepentimiento y mi sumisión
a vuestra santa voluntad.”
R. ¡Qué luz de esperanza acabáis de hacer brillar en mi alma! Es un resplandor en la noche
que me cerca. Gracias, voy a orar. Adiós.
Hay que tener claro que Dios no castiga a un que en esta historia lo exponga. somos nosotros quien no cumplimos las leyes de la naturaleza y nos exponemos a pagar la deuda.

viernes, 5 de septiembre de 2014

DEPENDE SOLAMENTE DE TI

Mírate com honestidad y decide el ritmo de tu conquista y felicidad
Si deseas salud de la mente, del cuerpo y del alma, aprende a mirar dentro de ti con seguridad y respeto.
Toma todos los días una dosis de sinceridad y enfrentar las construcciones alrededor de tus pasos levantadas por tus manos a lo largo del camino, sin detenerte en las culpas paralizantes o en el remordimiento destructivo. Empápate de poder real el del  afecto y recoge en el el auto-amor la herramienta esencial para el auto-encuentro y la auto superación. La vida es una oportunidad permanente de renovación. reparación y crecimiento, y todos inevitablemente, más temprano o más tarde llegarán al puerto seguro del amor divino. Mira hacia ti mismo con honestidad y decide el ritmo de tus conquistas y felicidad. A fin de cuentas, solo depende de ti. Texto extraído del libro "Píldoras de esperanza" de Andrei Moreira, por el espíritu Días da Cruz

lunes, 18 de agosto de 2014

EL TALISMÁN DIVINO

El talismán que Jesús tiene, es el Amor al Padre que es el que nos ha enseñado y hemos adquirido todos los dones que ¡El! nos da. así guardamos todos los tesoros en nuestros corazones, es el único sitio que nadie nos los puede quitar, ese es el gran talismán el Amor, la caridad, la esperanza, el conocimiento de todas las cosas que guardamos dentro de nosotros mismos.
Los familiares establecieron una interesante exposición, acerca de las facultades sublimes de que el Maestro daba testimonio amplio, curando locos y ciegos, cuando Isabel, la celosa madre de Juan y Tiago, indagó, sin preámbulos:
Señor, ¿tendrás contigo algún talismán de cuya virtud podamos disfrutar? ¿Algún objeto mágico qué nos pueda favorecer?
Jesús posó en la matrona los ojos penetrantes y habló, risueño:
 Realmente, conozco un talismán de maravilloso poder. Usando sus milagrosos recursos, es posible iniciar la adquisición de todos los dones de Nuestro Padre. Ofrece la descubierta de los tesoros del amor que resplandecen alrededor de nosotros, sin que les veamos, de pronto, la grandeza. Muestra el entendimiento, donde la desarmonía castiga los corazones. Abre la puerta a las revelaciones del arte y de la ciencia. Extiende posibilidades de luminosa comunión con las fuentes divinas de la vida. Invita a la bendición de la meditación en las cosas sagradas. Reanuda relaciones de compañeros en discordancia. Abre pasajes de luz a los espíritus que se demoran en las sombras. Permite benditas cosechas de alegría. Se reviste de mil oportunidades de paz con todos. Indica vasta red de sendas para el trabajo saludable. Revela mil modos de enriquecer la vida que vivimos. Facilita el acceso del alma al pensamiento de los grandes maestros. Da comunicaciones con los manantiales celestes de la intuición.
 ¿Qué más?  dijo el Señor, imprimiéndole énfasis a la pregunta.
Y después de sonreír, complaciente, continuó:
 Sin ese divino talismán, es imposible comenzar cualquier obra de luz y paz en la Tierra.
La mirada de los oyentes permutaba expresiones de asombro, cuando la esposa de Zebedeo inquirió, sorprendida: Maestro, ¿dónde podremos adquirir semejante bendición? Dinos. Necesitamos de ese acumulador de felicidad. El Cristo, entonces, añadió, de buen humor:
 Ese bendito talismán, Isabel, es propiedad común a todos. Es “la hora que estamos atravesando”... Cada minuto de nuestra alma permanece revestido de prodigioso poder oculto, cuando sabemos usarlo en el Infinito Bien, porque toda grandeza y toda decadencia, toda victoria y toda ruina son iniciadas con la colaboración del día.
Y delante de la perplejidad de todos, termino diciendo
El tiempo es el divino talismán que debemos aprovechar.

martes, 5 de agosto de 2014

VOLUNTAD

Compararemos a la mente humana el espejo viviente de la conciencia lúcida  con una gran oficina
subdividida en diversas secciones de servicio.
Allí está el Departamento del Deseo,
donde actúan los propósitos y las aspiraciones, que acicatean los impulsos al trabajo;
El Departamento de la inteligencia, que amplía el patrimonio de la evolución y la cultura;  
El Departamento de la Imaginación, que atesora las riquezas de los ideales y de la sensibilidad;
El  Departamento de la Memoria, que archiva el cúmulo de las experiencias; y algunos otros, que definen los anhelos del alma.
Por encima de ellos, sin embargo, aparece el Despacho de la Voluntad.
La Voluntad es una gerencia esclarecida y vigilante que gobierna a cada uno de los sectores de la
acción mental. La Divina Providencia concedió al raciocinio la Voluntad, como una aureola luminosa, al cabo d
el laborioso y multimilenario viaje del ser por las oscuras provincias del instinto.
Para valorar su importancia, basta con recordar que la Voluntad es el timón de todas las categorías
de fuerzas incorporadas a nuestro conocimiento. La electricidad es energía dinámica.
El magnetismo es energía estática.
El pensamiento es fuerza electromagnética.
El pensamiento, la electricidad y el magnetismo
se conjugan en cada una de las manifestaciones de la Vida Universal, para crear gravitación y afinidad,
asimilación y desasimilación en los campos múltiples de la forma, que están al servicio del peregrinaje del espíritu hacia las Metas Supremas trazadas por el Plan Divino.
La Voluntad, empero, es el impacto determinante. Es el botón poderoso, a nuestra disposición,
que decide el movimiento o el reposo de la máquina. El cerebro es la dínamo que produce energíamental, de acuerdo con la capacidad de reflejar que le es propia, pero en la Voluntad tenemos el control que orienta dicha energía con tal o cual rumbo, determinante de las causas que rigen los problemas inherentes al destino. En ausencia de la Voluntad, el Deseo puede llegar a comprar al engaño siglos de aflicciones, marcados por la reparación y el sufrimiento; cuando carece de Voluntad, la Inteligencia corre el riesgo de quedar aprisionada en el calabozo de la delincuencia;
por falta de Voluntad, la Imaginación que ha sido dominada por las sombras puede generar peligrosos monstruos, y si la Memoria no está aliada a la Voluntad  aunque permanezca fiel a su función de registro, de conformidad con el destino que le ha asignado la Naturaleza  puede llegar a caer en un deplorable relajamiento. Sólo la Voluntad aportará la fortaleza necesaria para sustentar la armonía del espíritu. Por cierto, la Voluntad no consigue evitar la reflexión mental cuando se trata de la conexión entre semejantes, porque la sintonía es una ley irrevocable; sin embargo, tiene la posibilidad de imponer el yugo de la disciplina a los elementos que administra, de manera de mantenerlos en íntima concordancia dentro de la corriente del bien.

jueves, 31 de julio de 2014

HOY ES UN NUEVO TIEMPO

Es muy importante para mí este texto, brillante e interesante, porque dice muchas cosas que todos tendríamos que entender y reflexionar.
Levántate dispuesto a construir un nuevo tiempo
Observa los días que comienzan radiantes y bellos como una invitación de la vida para las realizaciones superiores que anhelas y necesitas. Aunque el tiempo se combine como secuencia natural de los actos y circunstancias, la vida que se renueva cada día se presenta como una hoja en blanco, esperando que escribas en ella las lineas de amor de tus preferencias para la felicidad colectiva. Al abrir nuevamente tus ojos en la cama, agradece a Dios por las oportunidades siempre benditas de hacer nuevamente o de forma diferente los esfuerzos en provecho de las comunidades y de ti mismo para la felicidad general.
Analiza tu interior con valentía, reconociendo el origen de tus deseos, impulsos y sentimientos y pregunta a tu conciencia si necesitas hacer algo para estar en sintonia con las vibraciones naturales del amor y de las leyes divinas que organizan el universo. Levántate dispuesto a construir un nuevo tiempo para tu alma, pues si la vida se repite día tras día con sus decepciones y alegrías, dificultades o conquistas, es porque te mantienes preso a los patrones de comportamiento que aprendiste o porque diariamente se renueva, respectivamente.
Honra a Dios cada mañana con humildad necesaria, colocándote a su disposición, y Él te guiará con
sabiduría para obtener los recursos esenciales que sean imprescindibles.
extrido del libro píldoras de la esperanza de Andrei Moreira, por el espíritu. Días da Cruz.

martes, 15 de julio de 2014

EL PRÍNCIPE SENSATO

Comentaban los apóstoles, entre sí, cual era la conducta más aconsejable delante del Todopoderoso, cuando el Maestro narró con blandura:
 Cierto rey, señor de inmensos dominios, deseando engrandecer el espíritu de los hijos para conferirles herencia condigna, los condujo a un extenso valle muy verde y rico de su enorme imperio y confió a cada uno determinada hacienda, que debían preservar y enriquecer por el trabajo incesante. El Padre deseaba de ellos la corona de la comprensión, del amor y de la sabiduría, solamente conquistable a través de la educación y del servicio; y, como debían utilizar material transitorio, les dio tiempo ajustado para las construcciones que les serían indispensables, más tarde, a los servicios de elevación. Así procedía, porque el valle era sujeto a modificaciones y llegaría un momento en que devastadora tempestad visitaría la región resguardándose con seguridad apenas aquéllos que hubiesen erigido un fuerte reducto. Así que el soberano se retiró, los hijos jóvenes, seguidos por las numerosas tribus que les acompañaban, descansaron, largamente, deslumbrados con la belleza de las llanuras bañadas de sol. Cuando se levantaron para la tarea, entraron en extensas conversaciones, con respecto a las leyes de solidaridad, justicia y defensa, cada cual exigiendo especiales deferencias de los otros. Casi nadie cuidaba de la aplicación de los reglamentos establecidos por el gobierno central. Los príncipes y sus afectos, en la mayoría por cuestiones de confort personal, se esmeraban en buscar recursos sutiles con que pudiesen encubrir, sin escándalos visibles entre sí, los principios a los que habían jurado obediencia y respeto. E intentando engañar al Magnánimo Padre, por medio de la adulación, en vez de honrarlo con el trabajo sano, se metieron en complicadas contiendas, en torno a los problemas íntimos del soberano.
Gastaron años seguidos, discutiendo sobre su presentación personal. Insistían algunos que él revelaba en el rostro la blancura del lirio, mientras otros perseveraban en proclamarle el color bronce, idéntica al de muchos cautivos de Sidón. Muchos afirmaban que él poseía un cuerpo de gigante, y no pocos exigían que él fuese un ángel coronado de estrellas.
Al paso que las riñas verbales se multiplicaban, el tiempo se iba agotando y los insectos destructores, infinitamente reproducidos,
invadieron las tierras, aniquilando gran parte de los recursos preciosos. Detritos descendieron de las sierras próximas e hicieron compacto acervo de basura en aquellas regiones, mientras los príncipes insensatos, completamente distraídos de las obligaciones fundamentales que les cabían, se enzarzaban a todo instante, a causa de bagatelas.
Hubo, sin embargo, un hijo bien hábil que anotó los decretos paternales y los cumplió.
Jamás olvidó los consejos del rey y, tanto cuanto le era posible, los extendía a los compañeros más próximos. Utilizó gran número de horas que las leyes vigentes le concedían para el reposo y construyó sólido abrigo que le garantizaría la tranquilidad en el porvenir, sembrando belleza y alegría en toda la hacienda que el padre le cediera en préstamo.
Y así, cuando la tormenta surgió, renovadora y violenta, el príncipe sensato que amara al monarca y lo sirviera, con desvelo y cariño, extendiéndole las lecciones libertadores, por la fraternidad pura, y cumpliendo su voluntad justa y bondadosa, por el trabajo de cada día, con las aflicciones constructivas del alma y con el sudor del rostro, fue naturalmente amparado en un santuario de paz y seguridad que sus hermanos discutidores no encontraron.
Dulce silencio se hizo en la sala sencilla...
Transcurridos algunos minutos, el Maestro fijó los ojos lúcidos en la pequeña asamblea y concluyó:
 Quien mucho analiza, sin espíritu de servicio, puede viciarse fácilmente en los abusos de la palabra, pero nadie se arrepentirá de haber enseñado el bien y trabajado con las propias fuerzas en nombre del Padre Celestial, en el bendito camino de la vida.

viernes, 4 de julio de 2014

VIDA DE JESÚS CONTADA POR EL MISMO CAPITULO 10º

Me gusta este tema mucho, porque me da fuerza y amor, para ver todas las cosas que por inmaduros a veces nos dejamos en el camino; puedo pensar y meditar sobre lo que Jesús nos comunico con su amor: Nunca nos deja solos, siempre esta con nosotros en cada momento por duro que sea, siempre estoy preparada para amarlo sobre todas las cosas por que me enseña tanto nos da tanto, que me da fuerzas, para amarlo y darle una satisfacción de amor y caridad.
¿Siempre te querré y siempre estaré a tu lado. Amigo Jesús mi amor es para siempre:
Todos los espíritus deben descubrir el poder de Dios y la dependencia de su propia naturaleza. Todos los espíritus deben estudiar el origen y el objeto de la existencia, pero deben al mismo tiempo dominar el instinto natural de la materia para convertir este descubrimiento y este dominio en el pedestal de su grandeza espiritual.
Todos los espíritus humanos, aunque tuvieran que permanecer siglos en la ignorancia, no saldrán de esta ignorancia sino cuando sus tendencias carnales hayan sido finalmente anuladas, mediante esfuerzos de paciencia y pruebas de pureza en presencia de la elevada esperanza de los bienes fastuosos de la espiritualidad.
Hermanos míos, en el mundo en que habitáis, las influencias del círculo de vuestras alianzas y la ceguera del espíritu no le permiten al pensamiento elevarse hasta los deliciosos goces de la espiritualidad. Él no es capaz de desprenderse de los objetos materiales y pocas veces le es dado meditar sobre la potencia de Dios, sintiéndose enseguida desviado por las aparentes contradicciones recogidas en el mismo seno de la naturaleza terrestre, mas la fuerza de la gracia está ahí, la luz de
Dios hiende las tinieblas, la voluntad del espíritu despedaza el yugo que lo aprisiona. Entonces el espíritu humano, decidido a conquistar su engrandecimiento, rasga el velo que le esconde la adorable figura de Dios.
¡Oh, divina naturaleza del alma! ¡Arroja tus lazos y tus dulzuras sobre el camino del hombre, en medio de las tribulaciones materiales y concede los dones de la ciencia a los que te reconocen como elemento de vida y de felicidad! ¡Sé la alegría de los creyentes y provoca entre ellos ideas de reformas, refina sus gustos, ensancha sus pensamientos y concédeles honores de alta moralidad! ¡Haz que baje entre las sombras de las pasiones la tranquila claridad, calma la fiebre de las pasiones,
destruye las causas del delito aplicando a todos los males el bálsamo de la palabra celeste! ¡Conviértete en el consuelo de los justos, pero da también aviso a los pecadores y haz la luz en la noche de sus espíritus! ¡Bella y santa poesía del alma,
domina las humillaciones de la materia carnal y conviértete en la fuente de los mejoramientos del espíritu humano!. Hermanos míos, la dependencia del espíritu humano, de la naturaleza espiritual del alma, es la base del pensamiento eterno de Dios para convertir las criaturas en el objeto de su amor. El principio de la religión universal descansa sobre esta base, que os muestra al hombre en su porvenir, libertado del yugo de los vicios de la naturaleza carnal y resplandeciente de los atributos del alma, cuya naturaleza es divina.
Alejo de mi pensamiento el recuerdo del embrutecimiento del hombre y demuestro a sus miradas el desarrollo futuro de su naturaleza espiritual, colocando como principio el indicado resultado de los esfuerzos del Ser y de la multiplicidad de conocimientos adquiridos. Mas debo deducir de todo lo dicho, que los esfuerzos del trabajo y la multiplicidad de las luces determinen el adelanto del espíritu y describan el círculo de sus atribuciones en el eterno pensamiento divino. Aparto de mi naturaleza el cuadro de los humillantes errores del espíritu humano, pero aspiro a su regeneración y esta aspiración llegará a ser una realidad. Aparto la vista de los hábitos monstruosos, de los negocios deshonrosos, de las prepotencias, de los delitos, de los horrores, de las corrupciones y veo en el fondo del cielo de mi alma, desarrollados cambios, elevaciones, honores y fuerzas para conquistar el poder  espiritual.
En el retraso de su naturaleza espiritual, los hombres se convierten en fraticidas e impíos. Vueltos a la felicidad que proporciona la memoria del alma, comprenderán el destino de sus espíritus y la justicia del fardo que constituyen las pruebas de la vida corporal. Sabrán armonizar las potencias del impulso carnal, con la solidez de las reglas del orden superior y recogerán el dulce fruto de la oración, cuando esta oración sea dirigida al Creador del Universo, cuyas obras serán respetadas y observadas sus leyes. Todos colaborarán en los propósitos divinos, cuando se entreguen al trabajo, reconociéndolo como la causa del acrecentamiento de la fuerza y de la inteligencia que nos aproximan a Dios. Los hombres se encuentran alejados de Dios. Los espíritus de la Tierra son inferiores como familias y como individualidades. La elevada expresión de la inteligencia divina los encuentra fríos y escépticos, el desarrollo de su órgano auditivo no está en relación con las armonías de la gracia, de cuyos dones están rodeados, y la pureza del elemento espiritual los hace parecer larvas que se arrastran por encima de las carnes putrefactas de un cadáver. Mas, lo hemos dicho ya, la gracia de la fuerza está ahí… La luz de Dios penetra a través de las tinieblas, la voluntad del espíritu despedaza el yugo que lo aprisiona, y por lo tanto el espíritu humano, pobre aún, pero resuelto a engrandecerse, rasga el velo que le esconde la adorable figura de Dios. El fin de los espíritus es el progresar y poco importa la naturaleza de los obstáculos que los rodean. ¿Qué pueden importarle las ambiciones mezquinas de su demora momentánea en la vida material? La desproporción de los alcances intelectuales con relación a la idea de la verdadera justicia y de las elevadas gracias, que por todas partes los rodean, ha de desaparecer por efecto de la voluntad y se ha de evidenciar la naturaleza espiritual cuando se borre la materialidad bajo el
imperio de mayores progresos y de alianzas más nobles en manifestaciones del alma.
Los espíritus de la Tierra se encuentran alejados de Dios a causa de la inferioridad de su naturaleza, que los somete a leyes monstruosas de la impiedad y a costumbres de bárbaros goces. Pero espíritus de más elevada naturaleza vienen a emancipar el pensamiento y a ensanchar el criterio de los espíritus de la Tierra y a menudo les son concedidas fuerzas de luces especiales que les permiten, mediante
apoyos de naturaleza intermediaria, poderse sostener en medio de estos espíritus atrasados, en medio del ambiente oscuro y de sufrimientos de la humanidad.
¡Pobres espíritus terrestres! Humillaos ante la ciencia de los delegados de Dios, para abreviar el camino hacia vuestra espiritualidad. Permaneced a la expectativa de los bienes futuros, caminando de una manera activa y consciente en medio de las pasiones y de los males de la humanidad, para reprimir las tendencias perniciosas de vuestra naturaleza y para aliviar a los más miserables entre vosotros.
Aprended a daros cuenta del objeto de vuestra existencia y proseguid el trabajo de vuestra regeneración, a pesar de la presión que el espíritu debe soportar por efecto de la lucha y de alejamiento de los hombres, entregados a los goces y al orgullo.
Buscad ayuda y consuelo en la fuente de la Divinidad y aligerad el fardo de los dolores propios de la naturaleza corporal en el empleo de las fuerzas de la naturaleza espiritual.
Sí, hermanos míos, es realmente Jesús quien os habla, mas la alegría intelectual derivada de la manifestaciones de su espíritu no puede ser concedida sino a los que han empezado la tarea de su purificación, el trabajo de su desmaterialización, a los que han entrado ya por el camino de las reformas de su propia naturaleza animal y por el de las luchas en contra de sí mismo, en contra de
todas las pasiones desorganizadoras del alma, en contra de todos los vicios que hacen descender al espíritu al nivel de los brutos, en contra de la ambición de los bienes terrestres, en contra de la facultad pensante que trata tan sólo de culpables ficciones, malas doctrinas, delirios de imaginación dignos de lástima, falsos estudios filosóficos, tristes soluciones, despreciables negaciones de la existencia de Dios.
Descubrid vuestros destinos, hermanos míos, en la manifestación espiritual. Practicad excursiones en medio de la luz, y libertad vuestras almas de los lazos que las oprimen. Permaneced defensores del el amor de la familia con el amor entre todos los espíritus, se aproxima a la habitación humilde lo mismo que a la fastuosa morada, y explica el porqué del rigor de las pruebas al lado de la abundancia de los dones; el por qué de la grandeza de las ideas al lado de la desnudez del espíritu, del camino de los honores al lado del estancamiento de las facultades, de la posesión de grandes inteligencias al lado del desarrollo puramente vegetativo del hombre en sus fases de crecimiento y de pausa.
libre pensamiento, ¡oh, vosotros que deseáis la emancipación del espíritu!, haced participar en la discusión el gran nombre de Dios e inclinaos ante los testimonios de su poder y de su amor. Acumulad tesoros de ciencia, pero recordad que sin la debida participación del espíritu, no existen verdaderos triunfos para el hombre y abandonad el tonto orgullo y el insolente desprecio de las naturalezas inferiores por lo que saben y por lo que no saben, por no alcanzarlo a concebir. Influid en favor de la educación general de las masas y emplead vuestras facultades para el bien general. Buscad creyentes para la religión universal, haciéndoos sus apóstoles. Ella quiere la fraternidad entre los hombres y la devoción para con Dios, busca el elemento divino en su pureza y la paz en el mundo, relaciona
Humillad la naturaleza carnal en lo que ella tiene de bestial. Destruid la vergüenza en el matrimonio reemplazándola por la sinceridad y la delicadeza del amor.
Huid de la gloria adornada de sangre, de las alegrías compradas con el precio de la deshonra, de los humos de la embriaguez y de las tentaciones de la carne. Haced que bajen hacia vosotros las fuerzas de la patria celeste, pidiéndolas con el fervor de un alma llena de esperanza y orad, como oran los ángeles, sin mezcla de debilidad y con la abnegación de las grandes almas. Llevad en el cumplimiento de las leyes humanas, la fuerza demostrativa del espíritu que lucha en contra de la sensibilidad del alma, pero dejad que el alma hable para endulzar la suerte del condenado. Id a la casa del pobre para dar pruebas de fraternidad. Castigad el asesinato pero jamás matéis al asesino; el derecho de muerte
sólo a Dios pertenece.
Haced descansar la ley humana sobre la ley divina y levantad al culpable después de la expiación para inducirlo hacia el camino de la rehabilitación y de la libertad. Despojad al hombre anciano de todas sus vejeces, rejuveneciéndolo en todo sentido y escribid sobre su rejuvenecimiento esta máxima religiosa humanitaria y fundamental: Dios para todos y cada hombre para sus hermanos.
Decid a todos los espíritus que la gracia se adquiere por el buen empleo de todas las facultades y poned en obra para la regeneración social la penosa pero gloriosa actividad de los nobles hijos de Dios, de los inteligentes y de los fuertes, mandados en auxilio de los ignorantes y de los débiles.
Entonces, hermanos míos, Jesús ya no os parecerá más tan lejos de vosotros y las manifestaciones de su espíritu arraigarán las convicciones en los vuestros, así como la dulce piedad de su alma atraerá los entusiasmos de vuestros corazones.

sábado, 21 de junio de 2014

EL MENSAJERO DEL AMOR

Se hablaba en la reunión, con respeto a la preponderancia de los sabios en la Tierra, cuando Jesús tomó la palabra y contó, sereno y cordial.
Hace muchos años, cuando el mundo peligraba en una desastrosa
crisis de ignorancia y perversidad, el Poderoso Padre le envió un mensajero de la ciencia, con la misión de entregarle un glorioso mensaje de vida eterna. Tomando forma, en los círculos de la carne, el esclarecido obrero se hizo profesor y, sumamente interesado en letras, se apasionó exclusivamente por las obras de la inteligencia, alejándose, asqueado, de la multitud inconsciente y declarando que vivía en una vanguardia luminosa, inaccesible a la comprensión de las personas comunes. Observándolo incapaz de atender a los compromisos asumidos, el Señor Compasivo providenció el viaje de otro portador de la ciencia que, transcurrido algún tiempo, se transformó en médico admirado. El nuevo emisario de la Providencia se refugió en una sala de hierbas y brebajes, interesándose tan sólo por el contacto con enfermos importantes, habilitados a la concesión de grandes recompensas, afirmando que la plebe era demasiado mezquina para cautivarle la atención. El Todo Bondadoso determinó, entonces, la venida de otro emisario de la ciencia, que se convirtió en un célebre guerrero. Usó la espada del cálculo con maestría, se puso al lado de hombres astuciosos y vengativos y, alejándose de los humildes y de los pobres, afirmaba que la única finalidad del pueblo era la de destacar la gloria de los dominadores sanguinolentos. Entristecido con tantos fracasos, el Señor Supremo expidió a otro misionero de la ciencia, que, pronto, se hizo primoroso artista. Se aisló en los salones ricos y hartos, componiendo música que embriagaba de placer el corazón de los hombres provisionalmente felices y afianzó que el populacho no le seducía la sensibilidad, que él mismo creía excesivamente avanzada para su tiempo.
Fue, entonces, que el Excelso Padre, preocupado con tantas negaciones, ordenó la venida de un mensajero de amor a los hombres.
Ése otro enviado divisó todos los cuadros de la Tierra, con inmensa piedad. Se compadeció del profesor, del médico, del guerrero y del artista, tanto cuanto se conmovió ante la desventura y el salvajismo de la multitud y, decidido a trabajar en nombre de Dios, se transformó en el siervo diligente de todos. Pasó a actuar en beneficio general e, identificado con el pueblo al que viniera a servir, sabía disculpar infinitamente y repetir
mil veces el mismo esfuerzo o la misma lección. Si era humillado o perseguido, procuraba comprender en la ofensa un desafío benéfico a su capacidad de desdoblarse en la acción regeneradora, para manifestar reconocimiento a la confianza del Padre que lo enviara. Por amar sin reservas sus hermanos de lucha, en muchas situaciones fue compelido a orar y pedir socorro del Cielo, delante de las garras de la calumnia y del sarcasmo; no obstante, entendía, en las más bajas manifestaciones de la naturaleza humana, sobrados motivos para consagrarse, con más calor, al mejoramiento de los compañeros animalizados, que aún desconocían la grandeza y a sublimidad del Padre Benevolente que les diera el ser.
Fue así, haciéndose el último de todos, que consiguió encender la luz de la fe renovadora y de la bondad pura en el corazón de las criaturas terrestres, elevándolas al más alto nivel, con plena victoria en la divina misión de la que fuera investido.
Hubo ligera pausa en la palabra dulce del Mesías y, ante la quietud que se hiciera espontánea en el ruidoso ambiente de minutos antes, concluyó él, con expresivo acento en la voz:
Cultura y santificación representan fuerzas inseparables de la gloria espiritual. La sabiduría y el amor son las dos alas de los ángeles que alcanzaron el Trono Divino, pero, en todas partes, quien ama sigue al frente de aquél que simplemente sabe.

viernes, 6 de junio de 2014

LA VISITA DE LA VERDAD

En cierta ocasión, dijo el Maestro que sólo la Verdad hará libre al hombre, y tal vez no podía abarcar en lo inmediato la amplia extensión de esa manifestación,  le preguntó Pedro, durante  el culto doméstico:
Señor, ¿qué es la Verdad?
Jesús mostró en su rostro una enigmática expresión y contestó:
 La Verdad total es la Luz Divina total; sin embargo, el hombre aún está lejos de resistir su grandioso fulgor.
Reparando, sin embargo, que el pescador continuaba hambriento de nuevos esclarecimientos, el Amigo Celeste meditó algunos minutos y habló:
En una caverna oscura, donde la claridad nunca llegó, se encontraba cierto devoto, implorando el socorro divino. Se declaraba el más infeliz de los hombres, no obstante, en su ceguera, sentirse el mejor de todos. Reclamaba contra el ambiente fétido en que se encontraba. El aire apestado lo sofocaba  decía él en gritos conmovedores. Pedía una puerta libertadora que lo condujese a convivir con el día claro. Se consideraba robusto, apto, aprovechable. ¿Por qué motivo era conservado allí, en aquel aislamiento doloroso? Lloraba y gritaba, sin ocultar aflicciones y exigencias. ¿Qué razones lo obligaban a vivir en aquella atmósfera insoportable?
Notando Nuestro Padre que aquel hijo formulaba súplicas incesantes, entre la revuelta y la amargura, profundamente compadecido le envió la Fe.
La sublime virtud lo exhortó a confiar en el porvenir y a persistir en la oración.
El infeliz se consoló, de algún modo, pero, en breve tiempo, volvió a lamentarse.
Quería huir del basurero y, como se le aumentaron las lágrimas, el Todopoderoso le mandó la Esperanza.
La emisaria le acarició la frente sudorosa y le habló de la eternidad de la vida, buscando secarle el llanto desesperado. Para eso, le rogó calma, resignación, fortaleza.
El pobre pareció mejorar, pero, transcurridas algunas horas, retomó la lamentación.
No podía respirar — clamaba, con desaliento.
Condolido, determinó el Señor que la Caridad lo buscase.
La nueva mensajera lo acarició y alimentó, dirigiéndole palabras de cariño, como si fuera madre abnegada.
Pero, porque el miserable prosiguiese gritando, revoltoso, el Padre Compasivo le envió la Verdad.
Cuando la portadora del esclarecimiento se hizo sentir en la forma de una gran luz, el infortunado, entonces, se vio tal cual era y se aterrorizó. Su cuerpo era un conjunto monstruoso de llagas pestilentes de la cabeza a los pies y, ahora, percibía, espantado, que él mismo era el autor de la atmósfera intolerable en que vivía. El pobre tembló tambaleante, y, notando que la Verdad serena le abría la puerta de la liberación, se horrorizó de sí mismo; sin coraje de pensar en su propia curación, lejos de encarar a la visitante, frente a frente, para aprender a limpiarse y a purificarse, huyó, despavorido, en busca de otra caverna donde pudiese esconder la propia miseria que sólo entonces reconocía.
El Maestro hizo una larga pausa y terminó:
 Así ocurre con la mayoría de los hombres, delante de la realidad. Se sienten con derecho al recibimiento de todas las bendiciones del Eterno y gritan fuertemente, implorando la ayuda celestial.
Mientras están amparados por la Fe, por la Esperanza o por la Caridad, se consuelan y desconsuelan, creen y no creen, tímidos, irritados y titubeantes; pero, cuando la Verdad brilla delante de ellos, revelándoles la condición en que se encuentran, suelen huir, apresurados, en busca de escondrijos tenebrosos, dentro de los cuales puedan cultivar la ilusión.

domingo, 25 de mayo de 2014

VIDA DE JESÚS DICTADA POR EL MISMO 9ª PARTE

Soy una seguidora de Jesús, al que admiro y amo:siempre que pasa por mis manos, un documento como este, y dictado por el mismo, lo guardo en mi blog, y en mi corazón con mucho amor
JESÚS DEFINE EL ORIGEN Y DESARROLLO DEL ESPÍRITU
Definamos hoy, hermanos míos, la gracia inherente a la naturaleza humana y
ascendamos los escalones que llevan al conocimiento de la creación del hombre. Parto de un Principio y digo, que el libre albedrío y el sentimiento de la responsabilidad de las acciones, le son dados al hombre en el estado natural y primitivo. Digo, que el alma humana los desarrolla a medida que su luz intelectual se hace más viva, y añado, que esta luz intelectual es propia del espíritu. El espíritu es una creación de Dios, de la que el alma fue la promotora, y la materia su expresión. El espíritu adquiere cada vez mayor lucidez para desarrollar su principio espiritual y amortiguar sus primitivas tendencias, enteramente animales. El espíritu del hombre nuevo no puede concebir las alegrías espirituales, pero se mantiene, en sus relaciones materiales, ajeno a toda demostración de ferocidad, cuando trae de su precedente habitación instintos dulces y en armonía con el estado social que abraza. El espíritu del hombre nuevo se hace delincuente cuando trae de su precedente habitación, el deseo de las demencias atroces y el gusto por las luchas furiosas. El hombre nuevo debe su fácil desarrollo o su embrutecimiento prolongado, a la intervención de los espíritus de que está rodeado y el progreso del mundo se encuentra obstaculizado por el bajo nivel moral de todos. La Tierra le debe a su Creador el justo tributo de su propio progreso y la Tierra en cambio demora siempre este progreso como si le fuera dificultoso el descubrir la meta y el origen, como si ella desconfiara del porvenir y quisiera ignorar el pasado. Todos los hombres se han ocupado del destino del hombre, mas todos echaron una sombría mirada de desaliento sobre el origen del hombre. Yo voy a daros algunas nociones respecto a dicho origen, aun cuando estas nociones hubieran de ser acogidas con el escepticismo propio de la época, cuyo triste resultado moral yo deploro. La creación, hermanos míos, no se encuentra tan por encima
de la fuerza de vuestra inteligencia, que no se pueda explicar con un razonamiento humano. Me
ofrezco por lo tanto a vosotros, como un filósofo de la Tierra, como un espíritu, cuyas investigaciones se vieron coronadas por el éxito y llamo con ello vuestra atención. Volveré a tomar después mi nombre y mi título, ahora no soy sino un amigo vuestro, que viene a comunicaros las impresiones recibidas por él en regiones más favorables para la educación moral e intelectual de los hombres. Me presento
como un profesor de bellezas desconocidas y tomo la palabra con el deseo de iluminaros. Estudio desde hace siglos, adoro el poder divino y alimento con su luz la linterna que yo poseo.
Hermanos míos, para que el cuadro de la creación sea comprensible para vosotros, es necesario admitir como punto de partida: el alma como facultad sensitiva, el espíritu como facultad pensante y la materia como facultad demostrativa, en el mundo en que habitáis. El alma, como dependencia del principio vital universal. El espíritu, como creación de este principio vital. La materia, como expresión de la sensibilidad y de la inteligencia.
Mis desarrollos respecto al espíritu formarán el tema de este capítulo. Es necesario por consiguiente establecer una base para la demostración y determinar las funciones del espíritu, completamente distintas de las del alma.
El alma es el principio del movimiento y de las sensaciones. El alma es el soplo divino que se desliza y se reanima por la fuerza de la materia, que se alimenta de las fuerzas de la naturaleza carnal y que concluye por su debilitamiento. El espíritu es una dependencia del alma y de la materia; al principio se caracteriza por el recuerdo, que establece la personalidad, luego por convertirse en una criatura inteligente por el continuo desarrollo de su naturaleza, desarrollo inherente a la transformación y emancipación de sus demostraciones exteriores y de sus deseos íntimos. En las razas de espíritus inferiores, la memoria está circunscrita a hábitos naturales y a combinaciones pueriles. En las razas más elevadas, la memoria se convierte en la fuente de progreso, dirigiendo su luz sobre las faltas cometidas en el pasado. En las regiones enteramente espirituales, la memoria saca del pasado enseñanzas preciosas para comprender y hacer comprender el porvenir. El espíritu se convierte en un iluminado con respecto a los designios de Dios y se eleva sin descanso hacia las verdades eternas, cuyas profundidades ya ha medido. En las primeras manifestaciones de su personalidad, el espíritu procede como los niños en los mundos carnales; camina con temor y dirige miradas de sorpresa, sobre todo lo que aún no llega a concebir, armoniza sonidos cuyo significado nadie comprende sino los espíritus de su orden, huye de la luz, que le inspira temor y se acerca a la llama, que lo divierte, presta poquísima atención a las enseñanzas de su vida y no le atraen más que los goces presentes, nada prepara y muy poco recuerda.
Durante el completo ejercicio de sus facultades, el espíritu se vuelve malo por cálculo, de malo que era por el ocio o por los desordenados deseos de sus instintos materiales. En medio de la luz de sus deberes, el espíritu se convierte en delincuente, olvidándolos para satisfacer pasiones cuya perniciosa influencia él conoce, y desde esta degradación moral el espíritu cae en la turbación de la muerte para despertarse entre las angustias de la duda y en las tinieblas del error. Cuando el espíritu humano cae entre los goces bestiales, aunque sin delinquir pero ingrato hacia Dios, pierde la pureza de su alma. Engolfado en divagaciones enfermizas, el espíritu humano pierde a menudo de vista el verdadero objetivo de la vida carnal y su ciencia, tan estimada de los hombres y que no les proporciona la paz del corazón y la salud del alma. ¿Qué es el alma sino la parte sensible del Ser, el derecho de sentir y de aspirar, la capacidad de gozar y de sufrir?
El espíritu del animal que os sigue como primero después de vosotros, hombres nuevos, es incapaz sin duda de arbitrar mejoras y fantasías de comodidades, ¿pero quién le impedirá a su alma concebir el dolor, llorar la separación, alegrarse por la maternidad y entregarse a las pasiones del amor?
El espíritu de ese hombre nuevo, oh, hombres ancianos, se encuentra ciertamente desprovisto de las facultades adquiridas por vosotros en el ejercicio de los dones de Dios, pero su alma no tiene ninguna diferencia con la vuestra, cuando son iguales las fuerzas morales. Me explicaré: si vuestro espíritu, en el ejercicio de los dones de Dios, es decir, en el camino de los goces y de los conocimientos adquiridos, dejó vuestra naturaleza humana llena de vicios, puesto que se inclinó al mal en el libre ejercicio de vuestras facultades, el alma se resiente de este embrutecimiento y permanece inerte en la sensación de las alegrías que le son inherentes y como desheredada por el distribuidor de estas alegrías. El espíritu concibe las buenas acciones y el alma se felicita por ello. El espíritu descubre la verdadera fortaleza y la verdadera justicia, fortaleciéndose el alma por el impulso que con ello se le da. El espíritu honra la ley de los mundos y destierra de su naturaleza brutal, el gusto por las infracciones de esa ley y el alma le presta la sensibilidad de su esencia para armonizar los preceptos de la ley con el sentimiento del beneficio y el horror hacia la crueldad. Si el espíritu titubea en seguir la luz del mejoramiento, el alma sufre y llora. El alma eleva la voz en el silencio, en la soledad y esta voz se llama «conciencia». El alma es la conciencia del espíritu, el alma es la elevada expresión de la moral, colocada en el Ser, como semilla del porvenir. El alma en los animales destructores parece asfixiada por la ferocidad del espíritu, mas en cuanto el espíritu mejora, el alma toma la fisonomía que le es propia, es decir, que domina los instintos groseros, hasta donde le permite el desarrollo de su inteligencia. Ella se anuncia por medio de la potencia de las emociones tiernas y por la manifestación de saciedad de los placeres corrompidos. El alma se adueña de la situación cuando las facultades del espíritu pierden su prestigio sobre la materia, mas en este caso la marcha humana se debilita y la derrota se hace completa a causa de la ruptura de la trinidad, el alma, el cerebro y el cuerpo. El espíritu no ofrece entonces más que demostraciones y la dilatación de los órganos, de los que precisa por no tenerlos más, los sonidos del pensamiento se desvían como los sonidos de una voz escuchada por oídos afectados de sordera. El pensamiento es la labor del espíritu, el espíritu piensa siempre. El espíritu marcha hacia delante por el ensanchamiento de su pensar. El espíritu no pierde su equilibrio en la locura sino que la debilidad de su instrumento hace imperfectas o nulas sus manifestaciones. El espíritu se agita durante la fiebre porque su organismo se encuentra enfermo. El espíritu pierde su poder de iniciativa en la vejez por el desgastamiento de su medio de manifestación. El espíritu también durante la locura ilumina con sus relámpagos, pero pronto se cansa de la lucha y esta lucha determina el fin de la vida corporal. El espíritu no se descubre en la infancia porque el cerebro no tiene el desarrollo conveniente, del mismo modo que en la vejez el sentimiento de la animalidad, domina la naturaleza humana; pero a medida que se adquieren fuerzas, el espíritu se evidencia a través de la niebla que lo envuelve demostrando su carácter y sus aptitudes. El espíritu no ha permanecido inactivo después de su última etapa en un mundo carnal, mas el estado de sopor producido por una nueva emigración, le quita la sensación de su poder, y ahí como en otra parte, la memoria se debilita en el sentido del mantenimiento de los decretos de Dios. La memoria del niño y la memoria del hombre recogen del pasado tan sólo las tendencias y los gustos, de los que la presente existencia ofrece la prueba innegable. La memoria del niño se manifiesta en sus inclinaciones. La memoria del hombre unas veces ilumina con la luz del genio su nueva carrera y otras, evidencia facultades pueriles o alumbra su ruta con la luz siniestra de delitos vergonzosos o inmundas orgías del espíritu.
Si en un momento dado aparecen resplandores de la memoria del espíritu en el cerebro humano, el Ser se encuentra elevado en un éxtasis de poesía en medio de visiones de lejanas armonías. Si son otros los reflejos de esa memoria que relampaguea en el cerebro, el hombre puede convertirse en innovador.
El poder de la memoria lleva consigo la luz que alumbra el sendero humano, y la sensación del Ser, en el vasto horizonte de los descubrimientos, es un recuerdo confuso de los anteriores esfuerzos de cada uno. El hombre se siente empujado hacia el progreso por la memoria y nada queda perdido para él a pesar de las interrupciones momentáneas de sus fuerzas intelectuales. Las privaciones de la inteligencia no llevan consigo el alunamiento de sus esfuerzos y el reposo del espíritu nada les quita a su penetración y a su actividad futura. El sentimiento de las luces intelectuales resulta del adelantamiento del espíritu. La tendencia moral hacia las bellezas de la naturaleza, demuestra la sensibilidad del alma y esta sensibilidad se encuentra casi siempre asociada con el progreso del espíritu. La lucha de los instintos carnales con el principio espiritual que anima al espíritu adelantado, es el trabajo impuesto a ese espíritu. El testimonio de su victoria le asegura un aumento de facultades morales e intelectuales para su nueva peregrinación.
El fracaso repentino del principio espiritual en la lucha, sumerge al espíritu en el estupor, en el reposo humillante, en el debilitamiento de las aspiraciones divinas, en el remordimiento y en el abatimiento del alma. No quiero seguir en su expiación a los espíritus que se han desmerecido ellos mismos, porque el argumento de mi exposición es ajeno a la descripción de los tormentos inherentes a toda culpa, correspondiéndome tan sólo tratar de las gracias derramadas sobre el espíritu del hombre que ha permanecido firme en medio de la luz alcanzada en sus anteriores existencias. Me tomo la tarea de probar la elevada enseñanza de la llamada con propiedad gracia, de la gracia otorgada a la naturaleza
humana de conocer su origen y su destino, mediante el aprendizaje de sus deberes y en virtud de las manifestaciones de la verdad. En la naturaleza humana, he dicho, existen seres nuevos y seres renovados. Espíritus recién salidos del embrutecimiento material, sin otro reflejo de luz que los guíe, más que el instinto del alma, que dominando al espíritu, se encuentra a su vez dominada por la materia. Espíritus que han pasado por esperanzas de vida, por sufrimiento de degradaciones, por abatimientos, por alegrías, por relámpagos, por caídas, por éxtasis de felicidad, por tristezas, por glorias, por martirios. Espíritus cuyos sufrimientos fueron hijos de sus excesos y a los que el horror de la muerte los ha arrojado en medio del terror y del arrepentimiento. Espíritus que están llamados a sostener a sus hermanos y a ascender las gradas del poder espiritual. Espíritus fuertes por el desarrollo de su inteligencia. Espíritus dispuestos al bien por el desarrollo de sus facultades, preparados para la felicidad por su sentimiento de justicia y dominados por el deseo de las investigaciones.
Baso mi definición sobre la dependencia de las fuerzas intelectuales de la naturaleza espiritual y digo: que la medida de la inteligencia es proporcional a la extensión de los conocimientos adquiridos por el espíritu, en los desarrollos alcanzados en las sucesivas existencias temporales y de las alianzas productivas, en el camino ascendente de las facultades del alma y en la actividad del elemento divino. La ciencia humana ha llegado a demostrar la influencia efectiva de las funciones del cerebro sobre las manifestaciones intelectuales, pero este hecho, material para los ojos humanos, guarda dependencia con el organismo espiritual, por cuanto el cerebro no es más que el espejo del espíritu, y el espíritu se ve colocado en un medio que le es favorable para cumplir los decretos de Dios y llenar los fines de
su creación.