miércoles, 28 de diciembre de 2011

ABORTO¡¡¡Y UN NIÑO ABORTADO ESCRIBE A SU MAMA

El destino es el que nosotros nos buscamos con lo que hemos hecho antes?
La doctrina espirita tiene claro el objetivo respecto al aborto en el libro de los espíritus en la pregunta 358. de Allan Kardec a los espíritus Superiores
Pregunta...¿Constituye un crimen la provocación del aborto, en cualquier periodo de gestación
Respuesta....Hay crimen siempre que transgredimos la ley de Dios. Una madre o quien quiera que sea cometerá crimen al quitar la vida al niño@ antes de su nacimiento, porque impide a una Alma pasar por las pruebas sobre el derecho del ser humano. fue clara la respuesta de los espíritus Superiores a Allan Kardec pregunta 880.del libro de los espíritus..
Pregunta...¿cual es el primero de todos los derechos del hombre?
Respuesta... el derecho a la vida (vivir) de ahí que nadie puede atentar contra la vida de sus semejantes ni hacer nada que pueda poner en riesgo la existencia corporal.
Para la doctrina espirita está claramente definida en que el Ser Espiritual se incorpora en la estructura celular iniciando la vida biológica con todas sus consecuencias: en la pregunta 344 del libro de los espíritus Allan Kardec
Pregunta...En que momento se une el alma al cuerpo?
Respuesta....La unión comienza en la concepción, pero sólo es completa en el momento del nacimiento, desde el momento de la concepción el espíritu designado para habitar en determinado cuerpo se une a él por un lazo fluídico que va estrechándose, cada vez más hasta el instante en que la criatura es dada a luz el grito que lanza entonces el recién nacido anuncia que ha pasado a formar parte de los vivientes y servidores de Dios.
UN NIÑO ABORTADO ESCRIBE A SU MAMA
Querida mamá: Soy tu hijo. ¿recuerdas?. No he desaparecido, pues Dios me infundió un alma eterna en el momento en que fuí concebido. No ví nunca la luz del día pero vivo para siempre. Sé porqué me mataste. El que debió haber sido mi padre andaba lejos del país.Tu te sentías sola porque porque el andaba muy ocupado en sus negocios. En su ausencia, surgió otro hombre. De ese romance fuí engendrado yo. Nunca olvidaré los meses que me acunaste en tu vientre, ¡me sentí tan seguro y amado!.¡Comprendo que no me desearas; pues que pensaría papá a su regreso!, Había que blanquear al desliz matando al delator, y ese era YO. por entonces no supe de las discusiones con tu amante, pues él quería verme nacido y tú no. ¡Qué peleas, hasta que le arrancaste el dinero que costó mi defunción! A todo le ponen precio, hasta el asesinato de un inocente. "¡Que caros son los abortos!" comentaste. No justifico tu crimen, pero te perdono. Perdono a papá por haber sido tan irresponsable. También perdono al que vestido de blanco, se mancho con mi sangre.¡Que dolor cuando me punzó con aquella enorme aguja y después me despedazó a sangre fría!. Se que tú nunca olvidarás el ruido de aquella aspiradora que se tragó mi cuerpecito a pedazos. Se que te causó un trauma que llevas en silencio tratando de pensar que no fue nada. Si era algo. Era alguien, era yo, tu hijo. Conozco mamá, tus largas noches en vela y tus sobresaltos. Se que luchaste mucho en tu interior sobre tu decisión de abortarme. En el fondo me amabas pero pudo mas en ti el miedo. Sé que me amabas pues aun sueñas conmigo y más de una vez te has preguntado, con remordimientos, si soy niña o niño, piensas como sería hoy día y que alegrías te hubiera traído. ¡Soy niño!. Me parezco mas a ti que al seductor con que andabas. ¡como me vas a olvidar, si yo a cada momento pido a Papá Dios que borre esas pesadillas que turban tu descanso y te dan muerte en vida! Por eso, ¡que alegría cuando buscaste al religioso que inspiró confianza, y te reconciliaste con el Señor de la vida!
Querida mamá quiero verte feliz recuerda los consejos que te dio el sacerdote al despedirte: "¡hija, Dios Padre ya ha hecho su obra de amor en ti y a su tiempo iras sanando.
Mientras te estoy escribiendo, tengo a mi lado a mi amigo Antonio. Lo mató su mamá porque ella decía ser demasiado joven para ocuparse con ser madre.Tampoco el recibió nombre alguno de sus padres pero si de Dios quien nos ama infinitamente. Tengo muchísimos amigos que corrieron la misma suerte. A Carlitos lo abortaron porque su madre fue violada. El odio y el dolor resultante lo descargaron sobre el pobre inocente. El se pregunta: "¿Por qué si mi mamá no amaba al hombre que la violó me mato a mi, que la hubiera amado siempre y jamás me hubiera avergonzado de ella?" Aquí en el reino del amor, solo entendemos el lenguaje del amor: por eso no comprendemos esos "argumentos" acerca del aborto: por mala conformación del feto por violación, por dificultades económicas de los padres, por no querer más hijos, "que la familia pequeña vive mejor". etc.
Con los abortos se ha privado a la humanidad de brillantes poetas, sacerdotes, médicos, filósofos, músicos pilotos, estadistas pintores, arquitectos. A mi todos me dicen que quizá hubiera sido un habilidoso cirujano o un pianista a lo Mozart. Cuando nos reunamos, mami ¡ya veras que manos tengo! Lo que mas me agrada escuando me dicen "¡tu mamá tiene que ser muy hermosa!" No llores mami. Confía en Dios hasta que nos volvamos a ver
¡ah! se me olvidaba, aunque me consumo por verte, no te des prisa en venir, pues mis hermanos te necesitan. Hazle a ellos lo que nunca pudiste hacerme a mi. Fíjate que cuando bañas a mis hermanitos o lo amamantas, no sé, me entra un poquito de añoranza de todo lo que pudo ser y no fue, me hubiera gustado ser amamantado con la leche de tus pechos: ser acariciado por esas manos tuyas tan lindas y tan semejantes a las mías, manos de cirujano malogrado.
Quizás te preguntas donde estoy. No te preocupes, estoy en los "brazos" de Jesús que me amó hasta derramar su sangre por mí, y me dará más oportunidades. En El todos encontramos la vida
Y termino pidiéndote un favor. No para mí, comprenderás, sino para otros niños. ¡no los maten como a mí! si conoces a una joven que quiera abortar o a un sujeto que monta campañas a favor del aborto o un medico asesino que se burla de Hipócrates, o para el que se preste a ese crimen, extiéndeles el amor de Dios nuestro Padre entonces recuérdate de nosotros y dile que no mate más Que los niños le pertenecen a Dios grítales a todos que tenemos derecho a vivir como ellos,
y que aunque nadie nos ame tenemos derecho a vivir y amar. ¡Te espero con la boca aún sin estrenar, rebosante de besos que tengo guardados solamente para ti.....
documentación recogida en la F.E.E.

jueves, 22 de diciembre de 2011

VIDA EN FAMILIA Y LAZOS DE FAMILIA


La vida familiar debe ser la vida de todo hombre integrado en la unidad denominada
familia. Esta palabra, familia, puede ser conceptuada en un sentido más restringido –
constituido por nuestros familiares consanguíneos – o en un sentido más amplio – el
representado por grupos de Espíritus afines, ya sea intelectual o moralmente.
La familia es la bendita escuela de la educación moral y espiritual, el taller
santificante donde se modelan caracteres; el laboratorio superior en que sé amalgama
sentimientos, se estructuran aspiraciones, se refinan ideas, se transforma antiguas heridas
en posibilidades preciosas para la elaboración de ocupaciones edificantes.
La familia es, pues, el más prodigioso colegio del progreso humano. Su importancia
no se mide solamente como fuente generadora de seres racionales, sino como el taller
desde el cual se proyectan los hombres de bien los sabios, los bienhechores en general.
La familia es más que un resultado genético... son los ideales, los sueños, los anhelos,
las luchas y arduas tareas, los sufrimientos y las aspiraciones, las tradiciones morales
elevadas que se cimentan en los lazos de la concesión divina, en el grupo doméstico
mismo donde prosperan las nobles expresiones de la elevación espiritual en la Tierra.
Cuando la familia amenaza derrumbarse, por esta o aquella razón, sin duda la
sociedad está a un paso de malograrse...
Para que la vida en familia alcance sus mayores finalidades, de solidaridad. «La
familia es una institución divina cuya finalidad principal consiste en estrechar los lazos
sociales, propiciándonos el mejor modo de que aprendamos a amarnos como hermanos.
Por tales irrefutables razones, la vida en familia es, entre todas las sociedades, tal vez
la más importante en virtud de su función educativa y regeneradora.
Existen dos modalidades de familia y, en consecuencia, dos categorías de lazos de
parentesco: las que proceden de la consanguinidad y las que proceden de los vínculos
espirituales.
«los lazos de sangre no crean forzosamente las reuniones entre los Espíritus. El
cuerpo procede del cuerpo, pero el espíritu no procede del espíritu, porque el espíritu ya
existía antes de la formación del cuerpo.
No es el padre quien crea al espíritu de su hijo: el no hace más que proporcionarle el
envoltorio corporal, correspondiéndole, sin embargo, contribuir al desarrollo intelectual y
moral del hijo, para hacerlo progresar.
«Los que encarnan en una familia, sobre todo como parientes próximos son, las
más de las veces, Espíritus simpáticos ligados por anteriores relaciones, que se manifiestan
en un afecto recíproco en la vida terrena. Pero también puede suceder que sean
completamente extraños los unos a los otros esos Espíritus, apartados entre sí por
antipatías igualmente anteriores, que se traducen en la tierra por un mutuo antagonismo
que le sirve de prueba. No son los de la simpatía y comunión de sus encarnaciones.
Hay, por lo tanto, dos especies de familias: Las familias según los lazos espirituales y
las familias según los lazos corporales. Durables, las primeras se fortalecen con la purificación
y se perpetúan en el mundo de los Espíritus, a través de las diferentes migraciones del
alma; las segundas, frágiles como la materia, se extinguen con el tiempo y muchas veces
se disuelven moralmente, ya en la existencia actual.

sábado, 17 de diciembre de 2011

VIDA DE AISLAMIENTO - VOTO DE SILENCIO

La criatura humana, por su estructura ético-psicológica, está dotada por Dios de sentimiento y emociones que le obligan e impulsan hacia la vida social. Dios hizo al
hombre para vivir en sociedad y para esto le fue otorgado el atributo de la
palabra, que es el vehiculo para la comunicación entre los encarnados.
El hombre es, por excelencia, un gregario, un animal social, como hace miles de
años pregonaba ya la filosofía aristotélica, en la vieja Grecia; no puede, por lo tanto, vivir
aisladamente.
La vida solitaria, cuando es elegida, revela siempre una fuga inconcebible, porque
constituye infracción a las leyes divinas del trabajo y del amor. El aislamiento es
incompatible con el sentimiento de fraternidad que debe existir en los corazones humanos.
Como, en principio, el hombre no está dotado para ser autosuficiente, condición
que consigue por el trabajo y el progreso, depende de su semejante. Las facultades
humanas no están desarrolladas en el mismo grado y, según Deolindo Amorim, hay
necesidad de que vivan los unos por los otros y para los otros, teniendo como
punto de convergencia el bien común.
El aislamiento es contrario a la ley de la naturaleza, por eso, instintivamente, el
hombre busca la vida en comunidad, de modo de concurrir al progreso a través del
auxilio reciproco. La soledad hace al hombre improductivo e inútil a sus semejantes y
esto no puede agradar a Dios.
Los cultores de la vida de reclusión se atrofian por la improductividad, por el
estancamiento en cuanto a la adquisición de los tesoros de la sabiduría y la experiencia.
Según las enseñanzas espiritas, esto revela egotismo y no merece otra cosa que
reprobación. No hay forma de desarrollar y pulir nuestras facultades intelectuales y
morales, sino mediante la convivencia social, es permuta constante de afectos,
conocimientos experiencias, sin la cual la suerte de nuestro Espíritu sería el embrutecimiento
y la atrofia.
El voto de silencio, adoptado por algunos religiosos, nada edifica, debido a que
impide la comunicación entre los seres vivos, lo que en último análisis, como sostienen
los Espíritus superiores «es una tontería.» «La palabra es una facultad natural
concedida por el hombre por Dios, para «favorecer ocasiones de hacer el bien y de
cumplir la ley de progreso».
Si Dios quisiera silenciar a sus criaturas pensantes, no les abría conferido este dinámico
atributo de la palabra y maravilloso vehiculo para expresar las ideas elaboradas por las
mentes.
Sin embargo, debemos considerar que existen ocasiones en las que el silencio es
necesario. Son aquellos momentos de recogimiento espiritual cuando el espíritu, más
libré, entra en contacto con el Creador y sus enviados; fuera de esto la vida contemplativa
es enteramente improductiva y no hay motivos que la justifiquen.
En este sentido un espíritu protector nos advirtió: no juzguéis, sin embargo,
que exhortándoos incesantemente a la oración y a la evocación mental pretendemos
que viváis una vida mística, que os conserve al margen de las leyes de la sociedad donde
estáis condenados a vivir. No; vivid con los hombres de vuestra época como deben vivir
los hombres. Rendid culto a las necesidades de cada dìa, pero hacedlo con un sentimiento
de pureza que pueda santificarlas.
Estáis llamados a estar en contacto con Espíritus de naturaleza diferentes, de caracteres opuestos: no choquéis con ninguno de aquellos con que estuviereis.
La virtud no consiste en que asumáis aspecto severo y lúgubre, o en rechazar los placeres que vuestra condición humana os permite. Es suficiente con que ofrendéis todos los actos que vuestra vida al creador que os la dio

sábado, 3 de diciembre de 2011

EL CAMINO DE LA VIDA

Hace tiempo que la cuestión de la pluralidad de existencias preocupa a los
filósofos, y más de uno ha visto en la anterioridad del alma la única solución posible a los más importantes problemas de la psicología, sin cuyo principio se han enredado en el más intrincado laberinto, no pudiendo salir de él más que con el auxilio de la hipótesis de la pluralidad de existencias. La más fuerte objeción que puede hacerse a esa teoría, es el olvido de las existencias anteriores. En efecto, "una sucesión de existencias, inconscientes las unas de las otras; dejar un cuerpo para tomar otro en seguida, sin memoria del pasado, equivaldría a la nada: porque esto sería la nulidad del pensamiento; sería una porción de nuevos puntos de partida sin enlace con los precedentes; sería una ruptura incesante de todas las afecciones que forman el encanto de la vida presente y la más dulce y consoladora esperanza del porvenir; sería, en fin, la negación de toda responsabilidad moral”. Semejante doctrina sería tan inadmisible y tan incompatible con la justicia y la bondad de Dios, como la de una existencia con la perspectiva de una absoluta eternidad de penas por algunas faltas
temporales. Se comprende, pues, por que los que se han formado semejante idea
de la reencarnación, la rechazan, pero no es este el modo como nos la presenta el
Espiritismo. La existencia espiritual del alma, nos dice, es su existencia normal, con recuerdo retrospectivo indefinido; las existencias corporales solo son intervalos, estaciones cortas en la existencia espiritual, y la suma de todas esas estaciones es una pequeñísima parte de la existencia normal, absolutamente como si en un viaje
de muchos años, se detuviese uno de vez en cuando algunas horas. Si durante las existencias corporales parece haber solución de continuidad por la ausencia del recuerdo, el enlace se establece durante la vida espiritual que no tiene interrupción; la solución de continuidad, en realidad, solo existe para la vida corporal exterior y de relación; y en este caso, la ausencia del recuerdo prueba la sabiduría de la
Providencia, que no ha querido que el hombre se desviase demasiado de la vida real, en que tiene deberes que cumplir; mas cuando el cuerpo descansa durante el sueño, el alma vuelve a tomar en parte su vuelo, y entonces se restablece la cadena que solo se halla interrumpida mientras se esta despierto. Aun puede hacerse a esto una objeción: al preguntar el provecho que podemos sacar de las existencias anteriores para nuestro mejoramiento, si no nos
acordamos de las faltas que hemos cometido. En primer lugar, el Espiritismo contesta, que el recuerdo de las existencias desgraciadas, uniéndose a las miserias de la vida presente, haría que esta fuese muy penosa. Dios ha querido
con esto ahorrarnos mayor número de sufrimientos; sin ello, ¡cuál no sería nuestra humillación, pensando muchas veces en lo que hemos sido! En cuanto a nuestro mejoramiento, ese recuerdo sería inútil. En cada una de nuestras existencias damos un paso más, adquirimos algunas cualidades y nos despojamos de algunas imperfecciones; de este modo, cada una de ellas es un nuevo punto de partida, en la que somos lo que nos hemos hecho, en la que nos consideremos comolo que somos, sin cuidarnos de lo que hemos sido. Si en una existencia anterior hemos sido antropófagos, ¿qué nos importa si ya no lo somos? Si tuvimos un defecto cualquiera del que ni quedan reliquias, es una cuenta saldada de la que no debemos ocuparnos. Por el contrario, supongamos un defecto del cual, no nos hayamos corregido sino a medias, el resto se encontrará en la vida siguiente y será preciso poner mucho cuidado en acabarse de corregirse de él. Pongamos un ejemplo: Un hombre fue asesino y ladrón, por cuyo crimen fue castigado, bien en la vida corporal, bien en la espiritual; se arrepiente y se corrige de su primera inclinación, pero no de la segunda; en la existencia siguiente, solo será ladrón, puede que un ladrón de fama, pero ya no será asesino; un poco más y no será mas que ratero; un poco mas tarde ya no robará, pero podrá tener inclinación al robo, que su conciencia neutralizará; con un esfuerzo más, habiendo desaparecido todos los síntomas de la enfermedad moral, será un modelo de probidad. En este caso, ¿que le importa lo que fue? El recuerdo de haber perecido en un cadalso, ¿no sería para él un tormento y una perpetuahumillación? Aplicad este razonamiento a todos los vicios, a todas las faltas y podréis ver cómo se mejora el alma, pasando y repasando por los tamices de la encarnación. ¿Acaso no es Dios mas justo en haber hecho al hombre arbitro de su propia suerte por los esfuerzos que puede
hacer, para mejorarse, que no habiendo hecho nacer su alma al mismo tiempo que
el cuerpo, y condenarla a tormentos perpetuos por errores pasajeros, sin haberle dado los medios de purificarse de sus imperfecciones? Por la pluralidad de existencias, el porvenir esta en sus manos; si tarda mucho tiempo en mejorarse, sufre las consecuencias: es la justicia suprema, peronunca se le niega la esperanza. Lasiguientecomparaciónpuedeayudar a que se comprendan las peripecias de la vida del alma.
Supongamos un largo camino en el que, de distancia en distancia, pero a
intervalos desiguales, se encuentran bosques que es preciso atravesar; al entrar en cada bosque se interrumpe la hermosa y ancha carretera, que reaparece a la salida. Un viajero sigue este camino hasta entrar en el primer bosque; ya no encuentra en él ni camino, ni vereda, sino un laberinto intransitable en medio del cual se pierde; la luz del sol desaparece bajo la espesura de los copudos árboles;
anda errante sin saber a donde va; al fin de muchas fatigas llega al extremo del bosque, abatido por el cansancio, destrozado por los matorrales, entumecido por
los cantos. Entonces encuentra otra vez el camino y la luz y prosigue su viaje
procurando curarse de sus heridas. Más lejos encuentra otro bosque, en donde le esperan las mismas dificultades, pero, más práctico, sabe evitarlas en parte y sale de él con menos contusiones. En uno de ellos encuentra un leñador que le indica la dirección que
debe seguir, sin que pueda perderse. Cada vez que debe cruzar el bosque aumenta su destreza, de tal modo, que con la mayor facilidad allana los obstáculos, tiene la seguridad de volver a encontrar a su salida el buen Camino, y esta confianza le sostiene, y después sabe orientarse mejor para encontrarlo con más
facilidad. El camino conduce a la cumbre de una alta montaña y desde allí descubre todo el espacio que ha recorrido desde el punto de partida; ve también todos los bosques que ha atravesado y se acuerda de las vicisitudes que ha sufrido, pero este recuerdo nada tiene de penoso, porque ha llegado al fin; es como el veterano que, en la calma del hogar doméstico, recuerda las batallas en que estuvo. Estos bosques diseminados en el camino son para él como puntos negros en una blanca cinta; dice entonces: "Cuando estaba en aquellos bosques,
sobre todo en el primero, ¡cuán pesado se me hacía atravesarlos! Creía no llegar al fin; todo a mi alrededor me parecía gigantesco e intransitable. ¡Cuando pienso que sin aquel leñador que me puso en el buen camino, aun estaría allí!... Ahora que desde aquí considero aquellos mismos bosques, desde el punto en que estoy,
¡cuan pequeños se me presentan! Me parece que hubiera podidosalvarlos de un solo salto; aun más, los penetro con mi vista y distingo sus más pequeños detalles;
hasta veo los pasos que he dado en falso".
Entonces un anciano le dice: Hijo mío, has llegado al término de tu viaje, mas
un descanso indefinido te causaría muy pronto una tristeza mortal y echarías de menos las vicisitudes que experimentaste, las cuales dan actividad a tus miembros y a tu Espíritu. Desde aquí, ves un gran número de viajeros en el camino que has andado y que, como tu, corren riesgo de desviarse; tú tienes experiencia, ya no temes nada; ve a encontrarlos y procura guiarles con tus consejos para que lleguen más pronto.
Allá voy con gusto, contesta nuestro hombre, pero, añade, ¿Por qué no hay
un camino directo desde el punto de partida hasta aquí? De este modo los viajeros evitarían el pasar por esos bosques abominables.
Hijo mío replica el anciano, mira bien y verás cómo muchos evitan cierto
número de ellos; esos son aquellos que, habiendo adquirido más pronto la
experiencia necesaria, saben tomar un camino más recto y corto para llegar; mas esa experiencia es fruto del trabajo que se necesita en las primeras travesías, de tal modo, que no llegan aquí sino por su merito. Tú mismo, ¿qué sabrías si no hubieses pasado por ellos? La actividad que debiste desplegar, los recursos de tu imaginación que te han sido necesarios para abrirte un camino, han aumentado tus conocimientos y desarrollado tu inteligencia; sin eso serías tan novicio como lo eras a tu salida. Además, mientras te has esforzado en salir del apuro, tú mismo has
contribuido a la mejora de los bosques que has atravesado; lo que tú has hecho es muy poca cosa, imperceptible, pero debes pensar que son muchos los viajeros que hacen lo mismo y que trabajando para ellos, trabajan, sin saberlo, para el bien común. ¿No es justo que reciban el salario de sus penalidades con el descanso que gozan aquí? ¿Qué derecho tendrían a un descanso si no hubieran hecho nada? Padre mío responde el viajero, en uno de esos bosques encontré a un hombre que me dijo: En la pendiente hay un abismo inmenso que es preciso salvar de un
solo salto; pero de mil, apenas uno lo logra: todos los otros se precipitan en el fondo de un horno ardiente y se pierden sin esperanza de volver. Ese abismo no lo he visto. Hijo mío, es porque no existe, pues de otro modo, eso sería un abominable lazo tendido a todos los viajeros que vienen a mi casa. Se muy bien que necesitan
allanar muchas dificultades, pero también se que tarde o temprano las allanarán; si yo hubiese creado imposibles para uno solo, sabiendo que debía sucumbir, hubiera sido una crueldad, con mayor motivo si los hubiese hecho para el mayor número.
Ese abismo es una alegoría, cuya explicación te voy a dar. Mira el camino en el intervalo de los bosques; entre los viajeros, los ves que marchan con lentitud, con aspecto alegre; ves aquellos amigos que se han perdido de vista en los laberintos del bosque: ¡cuán felices son al encontrarse otra vez a la salida! Mas, al lado de aquellos hay otros que se arrastran penosamente; están estropeados e imploran piedad por las heridas que por su falta se han hecho, cruzando las zarzas; mas ya
curarán y será para ellos una lección que les aprovechará en el primer bosque que tengan que atravesar, y del cual saldrán menos lisiados. El abismo es la figura de los males que sufren y diciendo que de mil solo se salva uno, aquel hombre tuvo razón, porque el número de los imprudentes es muy grande, pero no ha tenido razón en decir que una vez en él no se sale mas: hay siempre una salida para llegar a mí. Ve, hijo mío, ve a enseñar esa salida a los que están en el fondo del abismo; ve a sostener a los heridos en el camino y a enseñar la senda a los que cruzan los bosques.
El camino es la figura de la vida espiritual del alma, en cuya ruta es uno mas o menos feliz: los bosques son las existencias corporales en las que se trabaja para el adelantamiento y al mismo tiempo para la obra general; el viajero que llega al fin y vuelve para ayudar a los rezagados, es la figura de los ángeles guardianes, misioneros de Dios, que encuentran su felicidad en su vista, pero también en la actividad que despliegan, haciendo el bien y obedeciendo al supremo Señor.

jueves, 17 de noviembre de 2011

LEY DEL PROGRESO

Hay dos especies de progreso, que se prestan mutuo apoyo pero que, sin embargo, no marchan juntas: el progreso intelectual y el progreso moral. El progreso moral no siempre acompaña al progreso intelectual.» Es consecuencia de éste, pero no siempre lo sigue inmediatamente».
El Espíritu progresa ascendiendo en forma insensible, pero el progreso no se efectúa simultáneamente en todos los sentidos. Durante un período de su existencia adelanta en lo científico; durante otro en lo moral.
«Los mayores obstáculos al progreso son el orgullo y el egoísmo. Me refiero al progreso moral, porque el intelectual se efectúa siempre.
El progreso puede ser comparado con el amanecer. Aunque aparentemente se demore, culmina en el éxito.
La ignorancia, disfrazada con la fuerza y engañada por la falsa cultura, no pocas veces se ha levantado para crear obstáculos al desenvolvimiento de los hombres y los pueblos Pero él llega inevitablemente, altera el aspecto y la estructura que encuentra e implementa recursos, fomentando la belleza, la tranquilidad, el confort, la dicha.
Esta es la marcha del progreso: inexorablemente levantará al hombre del suelo de las imperfecciones, donde todavía se encuentra, en dirección a su glorioso destino: la perfección.
Hay dos tipos de progresos: el intelectual y el moral. El hombre se desenvuelve
por sí mismo, naturalmente. Pero no todos progresan simultáneamente y del mismo modo. Entonces sucede que los más adelantados favorecen el progreso de los otros, por medio del contacto social.
El progreso moral no siempre acompaña al progreso intelectual. Generalmente los individuos y los pueblos adquieren mayor progreso científico y, más lentamente, se moralizan. Con el aumento del discernimiento entre el bien y el mal, por el desarrollo del libre albedrío, crece en el ser humano la noción de responsabilidad al pensar, hablar y obrar. El desenvolvimiento del libre albedrío acompaña al de la inteligencia y aumenta la responsabilidad de los actos.
El desarrollo intelectual no implica la necesidad del bien. Un Espíritu, superior en inteligencia, puede ser malo. Eso sucede con aquel que mucho ha vivido sin mejorarse:
solamente sabe. Por eso encontramos en naciones técnicamente adelantadas, tantas injusticias sociales: falta la moralización de sus componentes humanos.
«Solamente el progreso moral puede asegurar a los hombres la felicidad en la Tierra,
refrenando las malas pasiones; solamente ese progreso puede hacer que reinen entre los
hombres la concordia, la paz, la fraternidad .
En el siglo que vivimos ha habido grandes avances en los diversos campos del conocimiento humano, pero el progreso moral se encuentra muy por debajo del Asunto fabuloso progreso intelectual a que llegó, por eso es que prevalece, en nuestros días, una ciencia sin conciencia y no pocos se valen de sus adquisiciones culturales tan sólo para practicar el mal.
Tarde o temprano los resultados del mal uso del libre albedrío y la inteligencia recaerán sobre los hombres, a través de la ley de causa y efecto y, atormentados por el dolor, ganarán experiencia y entendimiento para equilibrarse y continuar sus jornadas evolutivas.
«El amor y el conocimiento son las alas armoniosas para el progreso del hombre y de los pueblos, progresos que, no obstante las pasiones nefastas todavía predominantes en la naturaleza animal del hombre, es imposible que no sea alcanzado. Los mayores obstáculos a la marcha del progreso moral son, sin sombra de dudas, el orgullo y el egoísmo. A primera vista parece que el progreso intelectual multiplica la actividad de aquellos vicios, desarrollando la ambición y el gusto por las riquezas, que a su turno, incitan al hombre a emprender pesquisas que esclarecen su Espíritu. Así es que todo se eslabona, tanto en el mundo moral como en el mundo físico, y hasta del mal
puede nacer el bien. Corta es, sin embargo, la duración de este estado de cosas, que cambiará a medida que el hombre comprenda mejor que, además de la que el gozo de los bienes terrenos proporciona, existe una felicidad mayor e infinitamente más duradera.
No es una facultad portadora de requisitos morales. La moralización del médium es la que lo libera de la influencia de los Espíritus inferiores y perversos que se sienten, entonces, imposibilitados de mayor predominio por faltarles los vínculos para la necesaria sintonía. Rechazar las comunicaciones de ultratumba es repudiar el medio más poderoso de instruirse, ya sea por la iniciación en los conocimientos de la vida futura o por los ejemplos que tales comunicaciones nos proporcionan. Además de eso, la experiencia nos enseña el bien que podemos hacer al desviar del mal a los Espíritus imperfectos, ayudando a los que sufren a desprenderse de la materia y a perfeccionarse. Proscribir las comunicaciones es, por lo tanto, privar a las almas sufrientes de la asistencia que podemos y debemos dispensarles.
Una civilización es completa o evolucionada por el desenvolvimiento moral.
Creéis que estáis muy adelantados porque habéis hecho grandes descubrimientos y obtenido maravillosas invenciones; porque os alojáis y vestís mejor que los salvajes. Sin embargo, no tendréis verdadero derecho a llamaros civilizados mientras no hayáis desterrado de vuestras sociedades a los vicios que la deshonran y no viváis como hermanos, practicando la caridad cristiana. Hasta entonces seréis solamente pueblos esclarecidos, que han recorrido la primera fase de la civilización.
La civilización creó necesidades nuevas para el hombre, necesidades relativas a la posición social que éste ocupa. Entonces se tiene que regular, por medio de leyes humanas, los derechos y deberes de esa posición.
MARCHA DEL PROGRESO, CIVILIZACIÓN
«El progreso, para ser legitimo no puede prescindir de la elevación moral de los hombres, que se inspira en el Evangelio, siempre vigente.
Las conquistas de la inteligencia, a pesar de ser valiosas, cuando carecen de la santificación de los sentimientos conducen al desvarió y a la destrucción.
Para ser autenticas, las adquisiciones humanas deben cimentarse en los valores éticos, sin los cuales el conocimiento se convierte en un vapor tóxico que culmina por aniquilar a quien lo retiene.
La Humanidad progresa por medio de los individuos que poco a poco se mejoran se instruyen. Cuando éstos prevalecen por el número, toman la delantera y arrastran a los otros. De tiempo en tiempo surgen en el seno de la humanidad hombres de genio que le dan impulso; vienen después, como instrumentos de Dios los que tienen autoridad y, en algunos años, la hacen adelantarse como si se tratase de muchos siglos.
La marcha del progreso es ascendente, sea intelectual o moralmente hablando. No obstante, el hecho de que una nación progrese científicamente más que otra, no significa que sea moralmente más adelantada. Civilizar quiere decir progresar, pero es un progreso incompleto.
Para llegar a un estado de civilización completa, estado de humanidad moralmente evolucionada, deberán ser realizadas muchas conquistas, tanto en el campo moral como en el intelectual.
Existen diferencias entre la civilización completa o evolucionada y los pueblos esclarecidos. Cuando un pueblo sale del estado salvaje o de barbarie y, por fuerza del progreso, adquiere nuevos conocimientos, se inicia el proceso de civilización; pero, esta civilización es, todavía, incompleta porque su progreso es incompleto. Como todas las cosas, la civilización presenta gradaciones diferentes. Una civilización incompleta es un estado transitorio, que genera males especiales, desconocidos para el hombre en el estado primitivo. No obstante, no por eso constituye menos un progreso natural, necesario, que trae consigo el remedio para el mal que causa. A medida que la civilización se perfecciona hace cesar algunos de los males que generaron, males que desaparecerán, en su totalidad, con el progreso moral.
De dos naciones que hayan llegado a la cúspide de la escala social, solamente puede considerarse como la más civilizada, en la legitima acepción del termino, a aquella donde exista menos egoísmo, menos codicia y menos orgullo; donde los hábitos sean más intelectuales y morales que materiales; donde la inteligencia se pueda desenvolver con mayor libertad; donde haya más bondad, buena fe, benevolencia y generosidad reciprocas; donde menos enraizados se muestren los prejuicios de casta y de cuna, por eso que tales perjuicios son incompatibles con el verdadero amor al prójimo; donde todo hombre de buena voluntad esté seguro de que no le faltará lo necesario.
En la pregunta 793 de «El Libro de los Espíritus» los Espíritus Superiores Esclarecen perfectamente respecto a la diferencia señalada: una civilización completa, la reconoceréis por el desarrollo moral. Creéis estar muy adelantados porque habéis hecho grandes descubrimientos y obtenido maravillosas invenciones; porque os alojáis y vestís mejor que los salvajes. Sin embargo, no tendréis verdadero derecho a llamaros civilizados sino cuando hayáis desterrado de vuestras sociedades a los vicios que la deshonran y cuando viváis como hermanos, practicando la caridad cristiana. Hasta entonces seréis solamente pueblos esclarecidos, que han recorrido la primera fase de la civilización.
en lo que corresponde a la evolución de los códigos de justicia humana, a
Hamurabi se debe el más antiguo conjunto de leyes conocidas por la Humanidad, en las cuales se tiene una visión de equidad avanzada para la época en que predominaba el poder sobre el derecho, la supremacía del vencedor sobre el vencido.
Posteriormente, las civilizaciones, debido a la necesidad de establecer códigos destinados a regir a sus miembros, ora subordinados a los lineamientos religiosos hora a las imposiciones éticas sobre las imposiciones éticas sobre las que colocaban sus bases, crearon sus estatutos de justicia y orden, que no siempre resultaron felices.
De los primeros moralistas, de la escuela ingenua, a los grandes legisladores, se destacan las figuras de Moisés, el médium del Decálogo, y Jesús, el excelso paradigma del amor, que se consubstanciaron con las necesidades humanas, proporcionando al mismo tiempo los medios liberadores para el ser que marcha en dirección a la inmortalidad.
Desde el derecho romano a los tratados modernos las formulas jurídicas progresan, presentando disposiciones y artículos cada vez más acordes con el espíritu de justicia de que con las ambiciones del comportamiento individual y grupal.
La civilización creó necesidades nuevas para el hombre, necesidades relativas a la posición social que este ocupa. Entonces se tienen que regular, por medio de las leyes humanas, los derechos y deberes de esa posición.
Cuanto menos evolucionada fuera la sociedad más rígida son sus leyes. «Una sociedad depravada seguramente precisa leyes severas. Lamentablemente, esas leyes están destinadas más a castigar el mal después de hecho, que a eliminar su fuente de origen. Solo la educación podrá reformar a los hombres, que entonces ya no precisaran leyes tan rigurosas.
INFLUENCIA DEL ESPIRITISMO EN EL PROGRESO
La primera revelación, personificada en Moisés, la segunda, en Jesús, fueron producto de una enseñanza individual, resultando forzosamente localizadas, «es decir, que aparecieron en un solo punto, a partir del cual la idea se propago poco a poco; pero, fueron necesarios muchos siglos para que alcanzasen los extremos del mundo, sin invadirlo totalmente. La tercera tiene lo siguiente de particular: por no estar personificada en un solo individuo, surgió simultáneamente en millares de puntos diferentes, que se transformaron en centros o focos de irradiación. Al multiplicarse esos centros, sus rayos se reúnen poco a poco, como los círculos formados por una multitud de piedras lanzadas al agua, de tal suerte que, en determinado tiempo, acabaran por cubrir toda la superficie del globo. «Esta circunstancia le da una fuerza excepcional y un irresistible poder de acción. más aun, si la combatieran en un individuo, no podrán combatirla en los espíritus, que son la fuente de donde proviene. Ahora bien, como los Espíritus están en todas partes y existirán siempre, si por un acaso imposible consiguieran sofocarla en todo el globo, reaparecería poco tiempo después, porque reposa sobre un hecho de la naturaleza y no se pueden suprimir las leyes de la Naturaleza. He aquí de qué deben persuadirse aquellos que sueñan con el aniquilamiento del espiritismo.
«En cuanto al futuro del espiritismo, los espíritus, como se sabe, son unánimes en afirmar su triunfo próximo, a despecho de los obstáculos que se le opongan. Fácil les resulta hacer esta previsión, en primer lugar porque su propagación es obra personal de ellos: concurriendo al movimiento o dirigiéndolo, saben naturalmente lo que debe hacerse; en segundo lugar, les es suficiente entrever un periodo de corta duración: ven en ese
periodo, a lo largo del camino, a los poderosos auxiliares que Dios les envía y que no tardaran en manifestarse.
La doctrina de Moisés, incompleta, quedo circunscrita al pueblo judío; la de Jesús, más completa, se esparció por toda la Tierra, mediante el cristianismo, pero no convirtió a todos; el Espiritismo, más completo todavía, con raíces en todas las creencias,
convertirá a la humanidad.
«El progreso de la humanidad, sin duda, es lento, muy lento, pero constante e
interrumpido. Aun cuando parezca estar retrocediendo, cosa que ocurre en ciertos periodos transitorios, ese retroceso no es sino el preanuncio de una nueva etapa de expansión.
Lo que hace avanzar siempre son las nuevas ideas que, generalmente, son traídas a la Tierra por misioneros encargados de activar su marcha.
Sin embargo, sucede que la «naturaleza no da saltos» y todo principio más avanzado, que se aparte de los moldes culturales establecidos, solo al cabo de varias generaciones logra ser aceptado y asimilado por los que van en la retaguardia.
Esa resistencia a las concepciones modernas, sean ellas políticas, sociales o religiosas,
parece un mal, pero en verdad es un bien, porque funciona como un proceso de selección natural, haciendo que las que carezcan de real valor desaparezcan y caigan en el olvido, para que solo prosperen aquellas que deban contribuir, efectivamente, al
perfeccionamiento de las instituciones.
El Espiritismo es uno de esos movimientos y está destinado no solamente a abrir un campo diferente de investigaciones para la Ciencia, sino, principalmente, a marcar una nueva era en la Historia, de la Humanidad, por la profunda revolución que provoca
en sus pensamientos y en sus ideales, impulsándola a la sublimación espiritual, por la vivencia del Evangelio.
Tal vez nos pregunten: si es así, si el Espiritismo está predestinado a ejercer gran influencia en el adelantamiento de los pueblos, ¿por qué los espíritus no desencadenan una onda de manifestaciones ostensivas, patentes, de modo que todos, incluso los
materialistas y los ateos, sean forzados a creer en ellos y en las informaciones acerca de lo que nos espera del otro lado de la vida?
Desearíais milagros; pero, Dios los esparce a manos llenas delante de vuestros pasos y, sin embargo, todavía hay hombres que lo niegan. ¿Por ventura, consiguió Cristo convencer a sus contemporáneos, con los prodigios que produjo? ¿No conocéis en el presente a quienes niegan los hechos más patentes ocurridos ante su propia vista? ¿No
hay quienes dicen que no creerían, aunque vieran? No, no es por medio de prodigios que Dios quiere encaminar a los hombres. Por su bondad, Él les deja el mérito de que se convenzan por la razón.»
NECESIDAD DE LA VIDA SOCIAL
La sociabilidad es una ley de la naturaleza a la que el hombre no puede eludir sin perjudicarse, pues es por medio de la relación con sus semejantes que desarrolla sus potencialidades. Dios le dio el habla y otras facultades para que, a través de la vida en sociedad, pudiera evolucionar. El aislamiento priva al hombre de las relaciones sociales que garantizan su progreso. la sociabilidad es instintiva y obedece a un mandato categórico de la ley del progreso que rige a la humanidad.
Sucede que Dios, en sus sabios designios, no nos hizo perfectos, sino perfectibles; así, para alcanzar la perfección a la que estamos destinados, todos precisamos unos de otros, pues no hay cómo desarrollar y perfeccionar nuestras facultades intelectuales y morales sino con la convivencia social, sin la cual el destino de nuestro espíritu seria el embrutecimiento y la atrofia.
Como el fin supremo de la sociedad es promover el bienestar y la felicidad de todos los que la componen, para que el mismo sea alcanzado existe la necesidad de que cada uno de nosotros observe ciertas reglas de procedimiento, dictadas por la justicia y la moral, absteniéndose de todo lo que la pueda destruir.
Ningún hombre posee facultades completas. Mediante la unión social es que las unas completan a las otras para asegurar el bienestar y el progreso. Por eso es que, por precisar unos de otros, los hombres fueron hechos para vivir en sociedad y no aislados. El hombre es, indiscutiblemente, un ser gregario, organizado por la emoción para vivir en sociedad.
Su aislamiento, con el pretexto de servir a Dios, constituye una violencia a la ley natural, que se caracteriza por la huida injustificable de las responsabilidades cotidianas.
«La forma de vida cristiana se distingue por la convivencia social dentro de un clima de fraternidad, en el cual todos se ayudan y socorren, para resolver dificultades y solucionar problemas.
Vivir según cristo es también convivir con el prójimo, aceptándolo con sus imperfecciones, sin erigirse en un fiscal ni pretendiendo corregirlo, sino acompañándolo con bondad, induciéndolo al despertad y al cambio de conducta de motus propio.
Aislarse, por lo tanto, con el pretexto de servir al bien, no deja de ser una experiencias en la cual predomina el egoísmo, apartada de la lucha que forja los héroes y construye a los santos que se caracterizan por la abnegación y la caridad.

sábado, 5 de noviembre de 2011

LAS LEYES MORALES

MANOS HERRUMBROSAS: Esta historia es para leerla con mucha atención y pensar como nos comportamos en la vida que hemos elegido simplemente por tener dinero; se cree uno que lo tiene todo atado y bien atado y por tener dinero se pude comprar todo. Pero un buen día nos viene la muerte, entonces nos encontramos que todo ha sido un sueño que al despertar ya no podemos volvernos atrás para recuperar el tiempo perdido: El equilibrio que debemos tener en nuestra vida, y vernos como hemos sido y sentir lo que hemos hecho; que por haber tenido mucho dinero podíamos comprar todo para nuestra alma ( oraciones etc.) que equivocación la nuestra cuando llegamos a la esfera que debemos ir por nuestro comportamiento; y progreso vemos que no somos ricos y que todo el dinero que teníamos lo hemos dejado en la tierra. y solo nos llevamos el conocimiento adquirido.
Cuando Joaquín Sucupira abandonó el cuerpo, después de los sesenta años, dejó en quienes le conocían la impresión de que subiría al Cielo directamente. Había vivido alejado del mundo, en el precioso confort heredado de sus padres. Hablaba poco, andaba menos, no hacía nada.
Se lo veía con trajes impecables. La corbata ostentaba siempre una perla de alto precio, una pequeña orquídea destacaba la solapa y el pañuelo, admirablemente doblado; caía, impecable, del bolsillo pequeño. El rostro denunciaba su depurado culto a las maneras distinguidas. Cada mañana buscaba, en el cuidadoso barbero una renovada expresión juvenil. El cabello ordenado, aunque escaso, le cubría el cráneo con el mayor esmero.
Decía ser cristiano y, realmente, si bien vivía aislado, no hacia mal siquiera a una hormiga. A pesar de eso afirmaba que los religiosos, de cualquier matiz, le causaban pavor. Detestaba a los sacerdotes católicos, criticaba a las organizaciones protestantes y colocaba a los espíritas en la categoría de locos. Aceptaba a Jesús a su modo, pero no según el propio Jesús.
Las facilidades económicas transitorias le retrasaban las lecciones bienhechoras del concurso fraterno, en el campo de la vida.
Estudiaba, estudiaba, estudiaba…
Y cada vez más se convencía de que las mejores directivas eran las suyas.
Aislamiento individual para evitar complicaciones y disgustos. Admitía, sin reservas, que así efectuaría la preparación adecuada para la existencia después del sepulcro. En vista de eso, el desprendimiento del envoltorio carnal de un hombre tan cauteloso en preservarse, habría de transcurrir como un viaje sin escalas con destino a la Corte Celeste.
Daba a los familiares el dinero suficiente para satisfacer aventuras y extravagancias, para que no lo incomodaran; distribuía abultadas limosnas; para que los problemas de la caridad no visitasen su hogar; se apartaba del Mundo para no pecar. ¿No sería Joaquín? — se preguntaban sus amigos íntimos
— ¿el tipo de religioso perfecto? Distante de todas las complicaciones de la experiencia humana, debido a la fortuna que había heredado de sus parientes, sería imposible que no conquistase el paraíso.
Sin embargo, la realidad que ahora le hacía frente no correspondía a la expectativa general.
Sucupira, en el mundo espiritual, había ingresado en una esfera de acción dentro de la cual parecía no ser percibido por los grandes servidores celestiales. Los veía en destacada actividad, en los campos y en las ciudades. Decían las órdenes divinas, en secreto, a los oídos de todas las personas que colaboraban en servicios dignos. Incluso había llegado a ver un ángel que abrazaba en forma singular a la vieja cocinera analfabeta.
Pero si él se aproximaba a los Mensajeros del Cielo, no lo atendían.
Podía andar, ver, oír, pensar. Sin embargo — ¡Desventurado Joaquín! – las manos y los brazos permanecían inertes. Parecían antenas de mármol, irremediablemente ligadas al cuerpo espiritual. Si intentaba matar la sed o el hambre se veía obligado a caer de bruces, porque no disponía de manos amistosas que lo ayudaran.
Durante mucho tiempo soportó semejante infortunio, multiplicando ruegos y lágrimas, hasta que fue conducido por una entidad caritativa al pequeño tribunal de socorro que funcionaba temporariamente en las regiones inferiores donde vivía compungido.
Una vez reunida la asamblea de espíritus penitentes, el bienhechor que desempeñaba ahí las funciones de juez, declaró que no contaba con mucho tiempo, debido a las obligaciones que lo ligaban a los círculos más elevados y que había ido hasta ese lugar solamente para liquidar los casos más dolorosos y urgentes.
Algunos compañeros, entre los dedicados al bien con devoción, seleccionaron a media docena de sufridores que podrían ser oídos, entre los cuales, en último lugar, figuró Sucupira, exhibiendo los brazos petrificados.
Lloró, rogó, se lamentó. Cuando parecía estar dispuesto a hacer un relato general y pormenorizado de la existencia finalizada, el juez objetó con prudencia:
_ No, mi amigo, no cuente su biografía. El tiempo es corto. Vamos a lo que interesa
Lo examinó detenidamente y, pasados algunos instantes, dijo:
- Su maravillosa agudeza mental demuestra que estudió muchísimo.
Hizo un pequeño intervalo y empezó a interrogar:
- Joaquín ¿estaba casado?
- Sí
- ¿Cuidaba la casa?
- Mi mujer cuidaba de todo.
- ¿Fue padre?
- Sí.
- ¿Cuidaba a los hijos cuando eran pequeños?
- Teníamos suficientes número de criadas y amas.
- ¿Y cuando llegaron a jóvenes?
- Estaban naturalmente confiados a los profesores.
- ¿Ejerció alguna profesión útil?
- No tenía necesidad de trabajar para ganar el pan.
- ¿Nunca sufrió dolores de cabeza por los amigos?
- Siempre huí, receloso, de las amistades. No quería perjudicar ni ser perjudicado.
- El juez se detuvo, reflexionó largamente y prosiguió:
- ¿Adoptó alguna religión?
- Sí, era cristiano – aclaró Sucupira.
- ¿Ayudaba a los católicos?
- No. Detestaba a los sacerdotes.
- ¿Cooperaba con las iglesias reformadas?
- De ningún modo. Son excesivamente intolerantes.
- ¿Acompañaba a los espiritistas?
- No. Temía su presencia.
- ¿Amparó a los enfermos, en nombre de Cristo?
- La tierra tiene numerosos enfermeros.
- ¿Auxilió a las criaturas abandonadas?
- Hay hogares infantiles por todas partes.
- ¿Escribió alguna página consoladora?
- ¿Para qué? El mundo está lleno de libros y escritores.
- ¿Utilizaba el martillo o el pincel?
- No, absolutamente.
- ¿Socorrió a los animales desprotegidos?
- No
- ¿Le agradaba cultivar la tierra?
- Nunca.
- ¿Planto árboles bienhechores?
- No, tampoco.
- ¿Se dedicó al servicio de canalizar las aguas, para proteger paisajes empobrecidos?
Sucuspira hizo un gesto de desdén e informó:
- Jamás pensé en esto.
El instructor le hizo indagaciones sobre todas las actividades dignas conocidas en el Planeta. Al final del interrogatorio, opinó sin dilaciones.
- Hay una explicación para su caso: Ud. Tiene las manos cubiertas de herrumbre.
Ante la cara del amargado interlocutor, aclaró:
- Es el talento no usado, mi amigo. Su remedio está en regresar a la lección. Repita el curso terrestre.
Joaquín, confundido, deseaba más amplias explicaciones.
No obstante, el juez, sin tiempo para oírlo, lo entregó al cuidado de otro compañero.
Rogelio, un carioca ingresado en el mundo espiritual en 1945, lo recibió con el semblante amable y feliz y, luego de escuchar sus extensas lamentaciones, pacientemente, lo invitó:
- Vamos, Sucupira. Ud. Entrará en la fila en pocos días.
- ¿Fila? – interrogó el infeliz, boquiabierto.
- Sí – agregó el alegre ayudante – en la fila de la reencarnación.
Y, empujando al paralítico por los hombros, concluía sonriendo:
- Lo que Ud. Precisa, Joaquín, es movimiento...